A ORILLAS DEL RIO
LA VILLA
La Cantadera

Santos Herrera
Se ha extendido y jerarquizado tanto la cantadera en nuestro pueblo, que hoy por hoy es un verdadero evento socio-cultural que se presenta casi todos los días en las distintas tarimas de los pueblos que integran la geografía nacional, y en la cual participan cantadores profesionales, con el apoyo entusiasta y masivo de los amantes del canto de la décima. La cantadera nunca falta en las celebraciones de las fiestas patronales, ni tampoco durante los fines de semana. El pueblo las vive porque son expresiones artísticas que fortalecen el acervo cultural de las clases populares. Pues, en la cantadera, a través de la décima se puede educar, protestar, elogiar, enamorar, chacotear; en fin, cantarle a todo lo bello de la vida y de la naturaleza. Como admirador y asistente a las cantaderas, haremos algunos señalamientos encaminados a indicar varios detalles que consideramos están perjudicando dicha actividad, que por tener un profundo raigambre popular debe fortalecerse. Nos referimos en primer término a la actuación de los trovadores, quienes son los principales protagonistas de la cantadera, y por lo tanto, los más responsables del éxito de la misma. En consecuencia, sus presentaciones deben hacerse dentro de un marco de altura y profesionalismo, en el cual el público presente y oyente pueda apreciar plácidamente el talento de los cantadores. ¿Resulta siempre así? En muchas ocasiones no. Con conocimiento de causa afirmamos que las cantaderas se inician muy cerca de las seis de la tarde y esto va en detrimento del empresario que organiza la actividad y del público que por lo demorado del inicio de la cantadera, se abstiene de ir o se retira temprano del jardín o toldo. A veces, también se observa algún desgano entre los cantadores que siguen un patrón cajonero en los torrentes, en la secuencia de mesano, gallino, zapatero, gallino en tiempo de lamento, cuidándose de no cantar el alegre valdivieso, seismaulina, mesano montijano, zapatero toletón y otros, que por tener un tono alto requieren más esfuerzos y condiciones. A todo esto, tenemos que agregar que se toma un tiempo muy largo entre un torrente y otro. A mis amigos cantadores les recomiendo que cuiden su imagen cuando están en la tarima, llevando buenos temas que halaguen al pueblo y eviten que la emoción de la cantadera con sus controversias, porfías, contrapuntos y piques los conduzca a los brazos del dios Baco. Para terminar, también sugerimos a los señores empresarios que eliminen esa práctica recientemente instaurada de cobrar por la entrada a las cantaderas, y como si esto fuera poco, cobran dos balboas por cada mesa y cincuenta centésimos por una silla. Representa esto que el aficionado tiene que sacar de su bolsillo B/.3.50 para poder asistir a una cantadera. Por lo arriba expuesto, aconsejamos de muy buena fe a los cantadores de décimas y empresarios que se pongan de acuerdo y unidos, enmienden las fallas para que el pueblo panameño siga disfrutando el hermoso espectáculo que es una cantadera.
|
|
|