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 Lunes 19 de julio de 1999


¿HASTA CUANDO EL RELAJO?
Desconcierto por nuevo aplazamiento de negociaciones de paz Gobierno - FARC

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Pareciera que se está jugando con el deseo de la población colombiana al mantenerla en zozobra. Foto AP

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Colombia
AFP

El aplazamiento indefinido del inicio de las negociaciones de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla marxista de las FARC fue recibido con desconcierto por diferentes sectores sociales y políticos, al igual que por los habitantes de esta localidad del sudeste del país.

La población de La Uribe se había preparado para acoger a partir del lunes a los negociadores.

Pero el diálogo fue postergado el sábado, ante desacuerdos para integrar una comisión internacional de verificación que debería velar por la tranquilidad en este y los otros cuatro municipios que comprende el área de distensión de 42.000 km2 desmilitarizada por el gobierno para permitir los contactos con la insurgencia.

"Lamentamos que sucedan estas cosas, pero confiamos en que el inicio de las conversaciones nos conduzca definitivamente a la paz", dijo a la AFP un habitante de La Uribe, que como varios de sus coterráneos engalanó la población con avisos alusivos a la paz.

Pese a que la decisión fue tomada de común acuerdo y a que ambas partes reafirmaron su "decisión irrevocable de continuar trabajando por la paz", distintos sectores coincidieron en que ello resta credibilidad al proceso y evidencia sus dificultades.

El Gobierno y las FARC han modificado en tres oportunidades la fecha de inicio de las negociaciones. Inicialmente, estaba previsto para el 7 de julio, pero decidieron postergarlo al 20 -y luego anticiparlo al 19-, porque no se había conformado el comité verificador.

Los rebeldes lanzaron, entretanto, una violenta ofensiva en la que murieron 289 subversivos, 41 militares y 30 policías, según el Ejército. Otros 37 efectivos policiales fueron secuestrados por los insurgentes. El Ejército aseguró entonces que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas), la principal guerrilla del país con unos 12.000 combatientes, buscaron el aplazamiento del diálogo para desplegar su ofensiva y llegar fortalecidas a la negociación.

El jefe del opositor Partido Liberal, Horacio Serpa, reiteró el domingo la necesidad de suscribir un acuerdo humanitario con las FARC, pues, según dijo, "los actos de violencia de esa guerrilla han llevado a que los colombianos le pierdan la fe al proceso".

"Se convino buscar la paz en medio de la guerra, pero nadie pensó que el conflicto se iba a recrudecer. Es lo que ha ocurrido y de ahí la reacción de la ciudadanía contra el proceso", declaró Serpa a los periodistas. Serpa, quien ha dicho que Pastrana "le está entregando todo a las FARC a cambio de nada", manifestó que pese a la nueva postergación "es necesario rodear con optimismo el proceso".

El arzobispo de la ciudad de Bucaramanga (noreste), Víctor López, dijo que "las contradicciones entre el Gobierno y las FARC, por el inicio de la negociación, comprueban que el proceso de paz no es fácil, pero también que es necesario trabajar con tenacidad para alcanzar la convivencia".

El prelado añadió que "el país también espera que las partes acuerden unas reglas de juego claras sobre la metodología y las fechas de las reuniones, para que den el mensaje de que el proceso se construye sobre bases sólidas".

El politólogo y rector de la Universidad Nacional, Alejo Vargas, explicó que "el aplazamiento obedece a que las FARC creen que el alcance de la comisión no debe ser de verificación, sino de acompañamiento, y a que quieren negociar a través de audiencias públicas, mientras que el Gobierno prefiere hacerlo en privado".

Habitantes del área de distensión, funcionarios de la Defensoría del Pueblo y el Ejército han denunciado que las FARC ejecutan civiles en esa zona, bajo su domino desde noviembre pasado, cuando Pastrana ordenó el retiro de las tropas para posibilitar el diálogo.

También han denunciado que los rebeldes utilizan esa zona para preparar sus ataques.

El dirigente sindical Wilson Borja, presidente de la Federación Nacional de Trabajadores al Servicio del Estado (Fenaltrase), se dijo preocupado por que el aplazamiento de las negociaciones aliente la posición de algunos sectores de ultraderecha, partidarios de la intervención de una fuerza extranjera.

 

 

 

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