La noticia aparecida en un diario local no podía ser más desalentadora, máxime cuando el sector agropecuario sufre una merma ocasionada por factores comerciales y climáticos que han llevado a aplicar salidas de reconversión y ajustes que a veces al final, en un país de servicios como el nuestro, terminan con el desplazamiento de grandes masas de población hacia las principales ciudades. "Se pierden 100 mil quintales de ñame", se leía en el titular de la nota periodística.
Días atrás, el titular de la cartera del MIDA había salido del gabinete ministerial sin que se conozca cuál ha sido el resultado de su gestión frente a una actividad que genera todavía muchos puestos de trabajo y permite mantener una porción de los habitantes en sus lugares de origen, desde donde aportan al desarrollo de la nación.
Si observamos con detenimiento, la zona metropolitana desde el Pacífico al Atlántico sufre de una alta concentración de pobladores que ha aumentado vertiginosamente en comparación con las zonas rurales, produciendo una demanda creciente en los rubros de vivienda, salud, transporte y educación.
El ex ministro se hizo de oídos sordos, asegura uno de los directivos de los productores de ñame en Ocú, cuando le pidieron que los ayudara a buscar una fórmula para comercializar el tubérculo.
Ahora, ante este imprevisto, con una producción a punto de perderse con las consabidas consecuencias para muchas familias trabajadoras, los productores apelan a la "solución" del subsidio, que no es la más rentable, ni para el Estado ni para el productor agropecuario.
Urge crear mecanismos ágiles de seguro agropecuario y comercialización de productos que protejan al productor de este tipo de daños que al final impactan en la calidad de vida y la seguridad de nuestros conciudadanos de la campiña.