Grandes extensiones del norte de Filipinas continuaban ayer anegadas por la lluvia que descargó el primer tifón de la temporada, con un balance de 23 muertos y 59 desaparecidos, sin que el agua caída haya sido suficiente para llenar los embalses y paliar la fuerte sequía.
El tifón "Conson" llegó a Manila sin que su población fuera advertida, como otras muchas veces, y dejó a su paso una estela de destrucción en las míseras barriadas de chabolas de la capital filipina, las que más padecen la sequía que afecta al país desde hace varios meses.
Rodolfo German, director de la presa Angat, que suministra el 97 por ciento del agua potable consumida por los más de once millones de habitantes de Manila y abastece el riego de unas 27.000 hectáreas de arrozales de la región, se lamentó de que "llovió relativamente poco en la zona del embalse".