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Taxis 'tuti-fruti'

Adán R. Schultze | Economista

En los primeros días del nuevo Gobierno, ha sido evidente la presión de los gremios transportistas, tanto del sector colectivo (buseros) como selectivo (taxistas). Por un lado, los dueños de los autobuses, denominados "Diablos Rojos", insisten en decir que ellos no saldrán del sistema y que son dueños, amos y señores de las calles. Que se les debe tomar en cuenta cuando se construya el futuro tren urbano o Metro de Panamá.

Otro grupo transportista, el gremio taxista, ha hecho lo imposible por intentar la legalización forzada de sus vehículos, presionando a las autoridades para obtener "cupos" o certificados de operación, sin cumplir las reglas del juego.

Lo más destacable de los últimos días ha sido la clara advertencia de Sandra Escorcia, directora general de la Autoridad del Tránsito y Transporte Terrestre (ATTT), de reiterar el final de la prórroga dada a los 28,000 taxistas a nivel nacional, para pintar sus vehículos de un solo color, el amarillo.

Desde 2006, se han dado tres prórrogas, pero poco menos de la mitad acataron esta reglamentación. Y la fecha límite es el 15 de agosto de 2009.

Identificar un vehículo que presta el servicio selectivo es una regla primordial de seguridad vial. Para el ciudadano común y corriente, o para el turista que nos visita, es una forma de conocer el ordenamiento del tránsito en una urbe decente.

Ante el aumento de los asaltos en taxis, el identificar de amarillo a estos transportistas es una forma de garantizar mejor protección a los usuarios.

El asunto en Panamá es más complicado. Como los distribuidores de autos no traen carros de color amarillo, los transportistas selectivos no tienen otra que comprar el vehículo de otro color, para luego ver si lo cambia al reglamentario.

Para colmo, el dirigente transportista Marcos González insiste en que se les brinde una prórroga de un año a los taxistas, pues según dice "el presidente Ricardo Martinelli se comprometió a darles más tiempo para pintar los autos de amarillo".

La opinión pública ha demostrado a través de diversos medios, en debates radiales, en los diarios, en televisión e Internet, que el relajo debe terminar, con tantas prórrogas otorgadas a los gremios transportistas. Todos entendemos que cuesta "chapistear" la carrocería de un taxi para colocarle el color amarillo (se estima entre 300 a 500 dólares el cambio), pero el pueblo pide al nuevo Gobierno no ceder a las presiones de los taxistas y de sus dirigentes enquistados en la Asamblea Legislativa.

Señor Presidente, no ceda a las maniobras de los transportistas, pues sería "más de lo mismo", en materia del desorden de aquellos conductores y dueños de taxis que se les ha dado hasta tres plazos para cambiar sus vehículos.

Igual, a la arquitecta Escorcia, la ciudadanía quiere "mano dura" contra los malos transportistas, un clamor de los usuarios que exigen mejor calidad de vida al transitar en la ciudad de Panamá y sus alrededores.



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