El que madruga Dios lo ayuda, de esto están seguros los residentes de Arraiján y La Chorrera, pero no los que habitan en Felipillo y Pacora. Allá, aunque se despierten a las 4:00 a.m. para ir a sus trabajos o colegios, el tranque y los malos momentos están a la orden del día. La unidad investigativa de Crítica se desplazó un miércoles y un jueves seguidos hacia ambos polos de la ciudad, Panamá Oeste y Panamá Este, para conocer los sinsabores por los que atraviesan miles de personas. Los resultados fueron alarmantes.
PANAMA OESTE
Jorge González tiene cinco años de vivir en El Tecal de Arraiján. Cuenta con un empleo que le exige entrar a las 8:00 a.m., pero está casado y tiene dos hijas, ambas de edad escolar.
Su jornada de trabajo comienza desde que suena el reloj a las 4:00 a.m., hora en que debe levantarse para darse una ducha y preparar el desayuno.
Su esposa Laura se levanta casi al momento, pero tiene que hacer cola para ir al baño y ayudar con la comida y la ropa del colegio de sus hijas.
A las 4:35 a.m. despiertan con un beso a la más pequeña. Ya es hora de bañarse.
Los minutos transcurren velozmente casi al compás del canto del gallo. Así transcurre la madrugada en El Tecal de Vacamonte.
Cuando todos están listos para partir, salen de su casa a las 5:15 a.m. para tomar el bus.
Como viven cerca de la piquera, la mayoría de las veces consiguen puestos.
No les ocurre como a otros que se quedan sin puestos a la entrada de la barriada y optan por los taxis piratas.
La familia González no puede darse el lujo de dormir un segundo porque representaría llegar tarde al colegio de las niñas y, por su puesto, tarde al empleo. Jorge lleva dos tardanza este mes y ya recibió la advertencia de su jefe.
No quiere perder el empleo por culpa del tranque.
LA FAMILIA MARTINEZ NO CORRE LA MEJOR SUERTE.
Ellos no madrugan y, como consecuencia, tienen que soportar casi una hora y media de tranque antes de llegar a la ciudad.
PANAMA ESTE
La historia de los moradores de Felipillo, en Pacora, es otra. Apenas raya el alba en una parada frente a la carretera Panamericana ya Ricardo Santos baja con su mochila hacia su trabajo.
Son las 5:00 a.m. Está muy oscuro todavía, pero decenas de personas caminan por el borde de la peligrosa vía en busca de un autobús que los lleve hacia El Parador, en Pedregal, para luego tomar otro bus a la capital.
Los estudiantes apenas tienen tiempo para arreglarse y abordar el bus. La gente está somnolienta y con pereza, pero el deber llama.
Ricardo debió caminar casi un kilómetro hasta la Panamericana, algo que le costó 30 minutos, para tomar el busito afuera de la barriada.
Sin mas, Ricardo advierte que mucho antes que él se levante, otras personas, como una vecina que trabaja como enfermera, debió despertarse a las 3 de la mañana para tomar el primer autobús que recorre el barrio.
Más adelante, en el trayecto hacia el cruce de la 24 de Diciembre, un terrible accidente hace estremecer a los pobladores de Panamá Este. Un camión de carga con pollos se estrelló con una "chiva".
"La gente gritaba de miedo", nos dicen los transeúntes que a las 5:14 a.m. observaron el choque.
Un tranque descomunal se formó desde el lugar del accidente y los vecinos de Ricardo ya no pueden siquiera dejar de pensar en los peligros que encuentran cuando salen de casa rumbo al trabajo en el centro de la ciudad de Panamá.
TRANSPORTE, EL PROBLEMA DE SIEMPRE
La ciudad de Panamá y su periferia, posee más de un millón de personas. Cerca de 500 mil habitantes viven en ambos extremos de la urbe capitalina.
El grave problema del transporte colectivo y la falta de un sistema adecuado de traslado masivo de personas ocasiona que miles de ciudadanos utilicen automóviles privados, con el fin de evitar los hacinamientos en autobuses.
CERCA DE 2,500 BUSES TRANSITAN EN LA CIUDAD DE PANAMA.
Se esperan futuras alternativas para mejorar el traslado de personas hacia la capital, como las mejoras en las rutas con buses especiales.
