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El sábado 6 de julio un grupo de jubilados y pensionados cobró sus cheques en la clínica pediátrica del Seguro Social, ubicada en El Marañón. Ahí, los ancianitos fueron víctimas del atropello y mal trato que les dio un guardia de seguridad, quien los puso a dar vueltas en las afueras de la instalación, y no les abría ninguna de las puertas para que entraran.
En la corredera que se formó, muchos de los viejitos fueron a parar al suelo, porque sus piernas no les ayudaban, y los bastones no pudieron aguantar el trajín.
Para colmo, cuando al fin se les permitió la entrada, el guardia de seguridad dijo: "vamos a dejar entrar a estos viejos estúpidos". Y no conforme con todo el atropello y la falta de caridad, el joven y patán funcionario no abrió la puerta de la oficina hasta pasadas las 7:15 de la mañana (muchos ancianos estaban ahí desde las cinco de la madrugada), en claro desafío a las funcionarias que debían entregar los cheques a través de una ventanilla.
Este tipo de situaciones es la que tiene al país al borde de una explosión: no se respetan los valores elementales de toda sociedad civilizada. Los ancianos, jubilados, pensionados, o no, ya dieron su cuota de sacrificio para hacer crecer la Patria, y hoy día requieren que se les valore, respete y se les den todas las prerrogativas. Tal vez recordando que pronto, muy pronto, todos estaremos en esas filas, esperando un raquítico cheque de retiro. Si seguimos por esta ruta, pronto nos convertiremos en verdaderos salvajes. |
