La sádica Theresa Knorr torturó a sus hijas hasta morir y forzaba a sus hijos a ayudarla. Nuestra historia de tortura y muerte empieza el 6 de julio de 1964. Ese fue el día en que Theresa, de 18 años, baleó a su marido con un rifle 30-30 que estaba al alcance de su mano en su casa de Sacramento, California. El hijo de la pareja de 11 meses, Howard, fue el único testigo del asesinato. Theresa se declaró no culpable por razones de defensa propia. Afirmó que Clifford la golpeaba sin misericordia. Durante una riña, dijo que había podido arrebatarle el arma de sus manos y apretar el gatillo. Un jurado comprensivo tomó sólo una hora y media para encontrarla inocente. Unos pocos meses después de su absolución, Theresa dio a luz a su segundo hijo, una niña a la que bautizó Sheila.
Una persona activa, Theresa conoció y se casó con un apuesto marino, Robert Knorr, el padre de su tercer hijo, una niña, Suesan. En los dos años siguientes, Theresa dio a luz a William y Robert. Para 1968 era madre de cinco hijos y sólo tenía 22 años.
A continuación del nacimiento de su primer hijo, Robert Knorr empezó a maltratar a Theresa y a los niños. A pesar de eso, Theresa tuvo un sexto bebé el 6 de agosto de 1970, una niñita que ella llamó Terry. Para el nacimiento de Terry, Theresa ya se había separado de su marido y finalmente se divorció. Un rápido matrimonio con Ronald Pulliam terminó también en un rápido divorcio.
En 1973, Theresa, todavía una mujer delgada y atractiva, se casó por cuarta vez. Chester Harris era un acaudalado ejecutivo de un periódico que mudó a Theresa y a sus seis hijos a una gran casa en los suburbios de Orangevale.
Por unos pocos años todo fue bien con el clan Harris. Gradualmente Theresa ganó peso. La esbelta figura dio paso a rollos de grasa. La menuda Theresa se transformó en una voluminosa mujer de 125 kilos que anadeaba como un pato. Con los kilos vino una propensión en aumento de maltratar a sus hijos. Dejó a su hijo Howard librado a su propio albedrío. A los 14 años de edad éste había crecido hasta tener 1.80 m. de estatura y 95 kilos de peso.
Theresa obligaba a William y Robert a hacer de la vida de sus tres hermanas un infierno. Ellos sostenían a las muchachas mientras su madre las golpeaba con un látigo. Todos los hijos recibían castigos como una rutina diaria, día tras día, año tras año. Llegaron a creer que los castigos eran una forma de vida.
A través de todo sus padecimientos, los jóvenes concurrieron a la escuela. Nadie se molestó por los hijos de Theresa. Chester Harris dejó la casa y pidió el divorcio. Theresa ahora se llamaba a sí misma Knorr, al igual que sus hijos. Suesan y Sheila eran el principal objeto de las iras de su madre. Theresa las quemaba con cigarrillos, las azotaba con varas y las hacía quedarse quietas por horas sin fin.
En 1993, Theresa baleó a su hija Suesan con una pistola calibre 22. La bala entró en el cuerpo de Suesan bajo su pecho izquierdo y se alojó en su espalda sin tocar un órgano vital. Ella trastabilló hacia atrás y cayó dentro de una bañera. Todos los jóvenes presenciaron el tiroteo, pero tan tremendo era el poder de Theresa sobre ellos, que ninguno corrió fuera de la casa. En lugar de ello, cumplieron cuando su madre les hizo lavar la sangre de su hermana del piso y las paredes.
Suesan, aunque gravemente herida, estaba todavía viva. Theresa le puso una almohada bajo la cabeza, le sacó la ropa y le tiró una manta encima. Los días pasaron. Luego semanas. De alguna manera, Suesan sobrevivió. Poco característico en ella, Theresa alimentó a su hija, quien, a través de su sufrimiento, permaneció en la bañera. Hasta le dio antibióticos para aliviar la infección.
Finalmente Suesan se recuperó y fue capaz de salirse de la bañera que había sido su prisión. De todos los hijos, solamente Howard, quien para entonces había dejado el nido de los Knorr, no fue testigo del baleamiento. Increíblemente Suesan se recobró sin ninguna asistencia médica formal.
Sin razón aparente, Suesan se convirtió en el objeto principal de los castigos de su madre. Era esposada a su cama cada noche y le daba píldoras para dormir para mantenerla quieta. Por razones conocidas sólo por ella, Theresa decidió que la bala que estaba alojada en la espalda de Suesan debía ser removida. Hizo yacer a Suesan en el piso de la cocina. Theresa tenía unos pocos instrumentos médicos, algunos calmantes y una botella de Old Crow. Suesan tragó la mayor parte de la botella y perdió el sentido. Su madre tajeó su espalda. Llevó dos horas antes que pudiera sacar la bala. Suesan estaba casi muerta. Toda la familia Knorr, menos Howard, presenciaron la operación. William y Robert pusieron pañales debajo de su hermana y la dejaron yaciendo en el piso de la cocina. Una semana después todavía estaba allí, más muerta que viva.
El 17 de julio de 1984, 10 días después de la operación, Theresa acompañada por William, Robert y Sheila cargaron a la todavía viva Suesan fuera de la casa y la condujeron en el Ford LTD de la familia hasta una zona apartada cerca de Squaw Valley Creek. William roció a Suesan y a algunas de sus ropas con gasolina. Encendió un fósforo. Las llamas se alzaron de la pira ardiente.
Más tarde esa noche, el conductor de camiones Robert Eden vio el fuego y corrió desde su camión. Usando su extintor de incendios, apagó el fuego. Había encontrado el cuerpo de Suesan Knorr. Aunque reconocido como un homicidio, la identidad del cuerpo incinerado era un misterio para los oficiales investigadores.
De vuelta en la residencia de los Knorr, nada cambió. Era el turno de Sheila. William y Robert sostenían a la muchacha mientras Theresa le administraba horribles castigos. Cada noche era esposada a la mesa de la cocina para evitar que escapara.
Cuando William le dijo a su madre que se iba a vivir con una mujer, Theresa se puso como loca, pero había muy poco que pudiera hacer. William dejó la casa de su madre. El agravio cayó sobre Sheila, quien fue encerrada en un pequeño armario y dejada para que muriera de hambre. Terry, la menor de la familia, tenía ahora 14 años. Ella se tapaba los oídos con las manos cuando sentía a su hermana que gritaba que la dejaran salir del armario. Con el paso de los días, los gritos de Sheila se volvieron más débiles. El 21 de junio de 1985, no hubo ningún sonido proveniente del armario. Theresa abrió la puerta. Sheila yacía muerta sobre su propia suciedad.
Theresa mandó a llamar a William de su casa para asistir a disponer del cuerpo. Con la ayuda de Robert se las arreglaron para poner el cuerpo de Sheila dentro de una caja de cartón. En el Ford LTD la extraña familia partió con su espantosa carga. La caja fue depositada cerca de Martes Creek Lake. Al poco tiempo, Terry, la más joven de la cría Knorr, se convirtió en una prostituta.
Terry se contactó con las autoridades y les contó los horrendos detalles de su vida. Theresa fue rastreada hasta Salt Lake City, donde fue arrestada y acusada de doble asesinato, así como a sus hijos, William y Robert.
Robert no fue difícil de localizar. Estaba en prisión. Se declaró culpable de ser un accesorio de la muerte de sus hermanas. Su sentencia de prisión corre concurrentemente con el tiempo que ya estaba cumpliendo.
William, quien era el único de la familia de Theresa en llevar una vida normal después de dejar su casa, pudo pedir un arreglo de la sentencia con el tiempo pasado en prisión esperando el juicio y fue puesto a prueba por cinco años.
Theresa se declaró culpable del asesinato en primer grado de sus dos hijas, Suesan y Sheila. Fue sentenciada a 25 años de prisión por cada asesinato. Será elegible para salir bajo palabra en el 2027, cuando tenga 80 años. |