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Una familia muy afectada.  |
El viernes 28 de junio parecía ser un día común para la familia de origen asiático, Chong, así había sido por más de 21 años, desde que el jefe de la prole Ting Chin Chong Ríos, decidió en 1981 emigrar desde la China Popular a Panamá. Los nuevos horizontes que buscaba, hoy se le han convertido en tragedia. El extraño deceso de su hijo Willy ha cambiado sus vidas para siempre.
Eran exactamente las 6 de la mañana de ese trágico día cuando los cuatro hijos de Ting: Alejandro, de 18; Kito, de 15; Willy, de 13, y Teresa, de 9 años, tomaban el desayuno junto a su madre y abuelos; mientras el jefe de la familia atendía el mini súper 28, ubicado en la calle Progreso, en San Miguelito. Luego, el papá dejaba en la escuela a sus tres hijos más pequeños y al mayor lo llevaba a la universidad.
Temprano en la mañana cuando se disponía a dejar a Willy en el Instituto Panamericano, éste le comenta que había sido invitado a una fiesta de cumpleaños de una amiguita del salón.
Avanzó el día, a las 2:12 p.m. Ting recoge a Willy en el IPA, y como a las 2:30 p.m. llegan a la casa donde Willy almuerza arroz y puerco. A las 3:00 p.m., salen rumbo a la fiesta y a las 3:15 p.m. arriban al Club Deportivo Unión Española, sitio donde se desarrollaría el cumpleaños.
Al bajarse del auto su padre le pregunta: "¿Willy, a qué hora quieres que te pase a recoger?". "Como a las ocho de la noche", contestó el chico. Como a esa hora el señor Ting no podía pasar, porque era día de quincena y habría buen negocio en el mini súper, y le manifestó que su tío vendría por él. Esa fue la última conversación que tendrían padre e hijo.
Tal lo acordado, a las 8.00 p.m. el tío de Willy pasa a la casa club a buscar a su sobrino, pero cuando llega al lugar se percata que hay muchos autos estacionados en la parte de afuera, por lo que decide retirarse para darle más tiempo a Willy para que disfrutara de la fiesta y regresa 15 minutos después. Al tocar el timbre sale un señor, quien dijo identificarse como el administrador del lugar, y le contesta que todos los niños se habían retirado de la fiesta a las 6 de la tarde.
El tío decide en ese momento comunicarse por teléfono con Ting Chong y le dice: "tu hijo no está aquí". Esto empezó a preocupar a Ting a tal punto que dejó de atender el negocio, y a las 10:00 p.m. regresa a la casa club, toca el timbre y la respuesta fue igual a la primera: "que todos los niños se habían retirado de la fiesta a las 6:00 p. m.".
En medio de la desesperación y la angustia empezaron a correr los malos pensamientos por la cabeza de Ting, que en silencio se preguntaba ¿dónde está mi hijo? Pero la respuesta que le dieron en el club no fue suficiente. A la medianoche decide regresar nuevamente al lugar de la fiesta, en esta oportunidad en medio de un forcejeo que tiene con el dependiente del lugar logra entrar hasta el lobby del club, pero este esfuerzo fue en vano, ya que ocurrió lo mismo que pasó la primera vez. En esta ocasión el dependiente fue más enérgico y a empujones y gritándole que la entrada estaba prohibida para los que no eran socios, lo saca de las instalaciones.
Ese día ya estaba prácticamente perdido, Willy no aparecía por ninguna parte. Nadie sabe darle una respuesta, por lo que los familiares deciden resignarse y empezar la búsqueda el día siguiente.
A las 7:00 a.m. del sábado se reinicia la búsqueda de Willy. Lo primero que se le ocurre a Ting es ir a la escuela donde estudiaba su hijo, pero por ser sábado estaba cerrada. Regresa a casa, busca los cuadernos para ver si encuentra números de teléfonos de amigos del chico, pero la búsqueda fue infructuosa.
Regresa a las 9:00 a.m. al IPA, por intermedio de una trabajadora social logran ubicar al director del colegio, quien preocupado por la situación se apersona al plantel, y junto al padre de Willy logra ubicar una libreta de teléfonos de todos sus compañeritos y empiezan a preguntar e indagar. ¿Si lo habían visto o con quién se había ido de la fiesta?.
Fue poco lo que se pudo lograr, pero uno de los amiguitos le dice que él se había quedado con el suéter de Willy y que una niña tenía las zapatillas.
Tan pronto Ting escuchó esto, le sobrevino un mal presentimiento, y pensó lo peor. A las 11:00 a.m. sale de la escuela y se dirige nuevamente y por cuarta vez al Club Deportivo de la Unión Española, toca el timbre y sale el mismo señor de la noche anterior. Es aquí donde Ting se llena de valor, y le dice que si no le dejan entrar a revisar el lugar, irá a la Policía; a esto, el dependiente le contesta: "trae a quien tú quieras".
Entre 12:00 meridiano y 12:30 p.m., Ting se dirige a la PTJ para interponer la denuncia de la desaparición de su hijo, pero al ver mucha gente por delante de él decide marcharse y regresa a su casa como a las 2:00 p.m.
A las 3:00 p.m. sale nuevamente para el colegio, donde se encuentra con una secretaria del plantel que le da el teléfono del niño que dice tener el suéter de su hijo. Pide la dirección de la casa y se dirige hacia allá. Llega a la casa del niño a las 3:30 de la tarde, de inmediato llama a la PTJ y les dice lo que tenía. Los detectives le piden que les lleve el suéter.
A las 5:00 p.m. terminan los trámites en la División de Homicidios. Regresa a su casa como a las 6:30 p.m. donde espera que los detectives lo llamen. A las 8:20 p.m. recibe la llamada y le dicen que se traslade a la PTJ.
A las 10:00 p.m. Ting y los PTjs se trasladan al club. Ti Los detectives se identifican y piden entrar, pero el dependiente dice que no pueden entrar porque está prohibido, que sólo los socios pueden hacerlo. Pero surge la presión por parte de los agentes de la PTJ, quienes le advierten que si no los dejan entrar, regresarán con una orden de allanamiento.
Finalmente el dependiente abre la puerta y los deja pasar. Los miembros de la PTJ piden hacer una inspección al lugar. Entran por la puerta principal, se dirigen al bar con salida a la piscina, y una vez se encienden las luces, se ve un bulto negro dentro del agua, y el padre de Willy pregunta: ¿eso que está ahí qué es? En ese momento uno de los detectives busca una escoba, se acerca a la orilla de la piscina, y empujando el cuerpo entre las axilas hacia arriba logra sacar a flote el rostro de la persona que de inmediato es identificado: era Willy.
Todo lo sucedido le resulta extraño al señor Ting Chin, quien sólo apresta a decir en medio del llanto: "yo siento que me mataron a mi hijo".
Las autoridades que investigan este caso no descartan nada, sin embargo, hasta el momento sólo han determinado que la muerte se produjo por inmersión. Según el doctor Vicente Pachard, el cuerpo no presenta golpes ni ninguna clase de hematomas. |