Sacudida de padre y señor nuestro de 6.3 grados en la escala de Richter nos sorprende dormidos y con los pantalones abajo en materia de estrategia contra desastres.
Miles de panameños interrumpieron su sueño a las 1.49 de la madrugada de ayer y lo que pensaron, era un movimiento inusual de su cama, se convirtió rápidamente en lo que era: un sismo de gran escala.
Nos salvamos otra vez, pero ¿qué hubiera pasado si esta sacudida deja en escombros la ciudad o algunas casas? ¿Cuál sería la reacción de las autoridades y de la ciudadanía? Al parecer ninguna. Definitivamente no contamos con una estrategia para este tipo de calamidad.
Quizás por estar en el bendito renglón de los países del tercer mundo nunca hemos tomado el tema de los terremotos en serio. Esta es una realidad que nos persigue cada vez que la tierra se menea causando pánico.
Si no fuera por una emisora que se dispuso a emitir sugerencias e información sobre la situación, muchos panameños se hubieran muerto de un infarto. Es urgente la necesidad de activar las alarmas, si las hay, para actuar no importa a la hora que se registre un sismo.
El país cuenta con una Radio Estatal que debe ser actividad para transmitir ese tipo de alerta y orientar a la comunidad ante un sismo, inundaciones u otro fenómeno que afecte a la comunidad. Otra opción sería que el Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC) debe innovar pueda abrir una frecuencia radial que tenga la facilidad de conectarse a una red nacional de emisoras para darle instrucciones a los panameños ante una situación de crisis.
Lo de ayer fue un susto, pero pudo haber sido peor. ¿Será que ese discurso de ser proactivos era un decir? Ojalá nuestras autoridades no esperen una verdadera tragedia para actuar. ¡Dios no lo permita!