Un niño de apenas 13 años, se ha convertido en el sustento de su familia -incluido cinco hermanas pequeñas, su madre y hasta su padrastro- en la comunidad rural de Nueva Esperanza, en Pacora. Jason Jiménez, es el protagonista de esta historia que se repite en muchos hogares del país y el resto del mundo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su informe: "Un futuro sin trabajo infantil" reporta que más de 352 millones de niños entre 5 a 17 años, trabajan. Jason se gana la vida limpiando parabrisas de los autos. Un día que llama "bueno", hace de B/. 10 a B/. 13. El chico de 13 años desempeña sus labores en algunas estaciones de gasolina del sector de Panamá Este.
Las ganancias que logra con su labor les sirve para poner la paila, confiesa su madre, quien revela que cuando no hay ingreso, ni modo, no se come. El niño-hombre comienza su labor después del mediodía tras culminar su jornada de clases en la escuela "Unión Centroamericana" donde cursa el sexto grado.
Jiménez por poco se queda sin asistir a la escuela por falta de dinero para comprarle los útiles escolares, pero uno de los dueños de una gasolinera, se los regaló. Es buen estudiante. Tiene el inglés y matemáticas, como sus materias favoritas, aunque reconoció que en otras anda flojo.
Confesó que honestamente debe estar en segundo año de secundaria, pero la carencia de recursos han impedido matricularse a tiempo. Cuando sale de la escuela, Jason hace una escala para agarrar su herramienta de trabajo para llevar dinero a su casa.
Jason es un niño de poco hablar, rehuye la mirada -quizás por el temor de soltar una lágrima- al momento que se le pregunta sobre su vida, sus sueños y deseos para su familia. Luego de pensar y repensar, con las manos entrecruzadas responde tajantemente que desea que su familia viva bien.
Luego de estar por espacio de más de tres meses limpiando los parabrisas en la estación de gasolina del señor Botello, se le ha prohibido que siga allí, porque el Departamento de Seguridad del Cuerpo de Bomberos amenazó al dueño con multarlo, porque el lugar es un centro donde se maneja material tóxico, lo que representa un peligro para un menor de edad.
En una casa de madera, piso de tierra, con una cría de pollitos en la sala, más su perro "Barbuchin", Jason juega con sus cinco hermanitas: Aneth Jiménez (9), Laila Echeverría (6), Maila Echeverría (4), Milena Echeverría (3) y Sara Echeverría (1). El niño anhela ser policía o ingresar a la escuela básica para contar con una profesión para ganarse la vida.
A esa corta edad también ha visto la muerte. Fue testigo de un reciente accidente que se registró en la carretera Panamericana donde dos carros se estrellaron y registró los minutos de agonía de la víctima, que gritaba por auxilio, esperando la ayuda de los paramédicos.
Su padrastro Efraín Echeverría, aduce que ha trabajado toda la vida, pero hasta el momento sólo consigue empleo por dos o tres días, y con eso no puede mantener a sus hijas. "Yo siempre me he opuesto a que él ande en la calle, pero a veces la necesidad obliga.
Indicó que ha desempeñado diversas labores como salonero en el Club Unión, Club Hebreo y como agente de seguridad por tres años, cuya liquidación de B/. 450 le ayudó para comprar el terreno de la casa donde vive. De allí comenzó un negocio donde vendía chichas y empanadas lo que lo obligaba a tener B/. 30 diarios para comprar la mercancía, lo que resultaba poco rentable.
Ahora, de vez en cuando, vende papayas cosechadas en el patio de su casa y presenta solicitud donde pueda. Además reconoce que muchas veces es su hijastro quien le da el pasaje para su movilización. Si usted desea ayudar a esta humilde familia, llame a la Línea 24 horas de "El PUeblo Habla" al 230-7777 extensión 7658, y deje su número de teléfono para poder localizarle. |