En los exteriores de la entrada principal del edificio de la Lotería Nacional de Beneficencia ejercen su oficio varias decenas de billeteras y billeteros, cuyas ventas deben sumar muchísimos miles de dólares, que son esenciales para nivelar los ingresos de esa institución.
Sin embargo, las condiciones en que deben desempeñar su esforzado trabajo dejan mucho que desear.
Como es lógico, a la sede central de la lotería, por ser el sitio donde se realizan los sorteos, donde se cambian las mayoría de los billetes y chances premiados y donde se puede averiguar de manera expedita sobre los lugares en los que se vende un billete determinado, concurrimos también miles de panameños, por razones obvias.
En algún momento, a los rectores de la lotería se les ocurrió la buena idea de colocar unas toldas que protegen parcialmente el área que ocupan las billeteras y billeteros, pero éstas no cubren el sector completamente y tanto éstos como sus clientes deben mojarse y encharcarse los zapatos pues las aceras se llenan agua cuando llueve. Y, el problema se agrava porque las toldas son unas verdaderas coladeras.
Los actuales rectores de la Lotería Nacional debieran darse una vuelta por los exteriores del edificio, para comprobar que no exageramos. Los beneficios que les generan las billeteras y billeteros que allí están instalados y los miles de compradores, quienes merecen mejores condiciones, justifican plenamente que la institución deje la pichicumería y haga una buena inversión en un alero bien diseñado que cubra el área en toda su amplitud y la convierta en un sitio agradable y acogedor.
|