La fiebre del conocimiento empezó. A penas, en su tercera versión, el movimiento de personas muestra lo exitoso que será este año la III Feria Internacional del Libro.
Panamá, un país al que nunca se ha considerado como nación de gran acercamiento a la lectura, comienza a enviar mensajes claros de que las cosas van cambiando. Miles de panameños acuden con sus familias enteras en búsqueda de un buen libro de cualquier género y para cualquier edad.
En sus dos ediciones anteriores, la feria ha logrado superar las expectativas de público y ventas, dos factores numéricos que han ido aumentando en cada cita. Este año no hay razón para pensar que no repitan la hazaña.
Algunos amantes de la literatura están llegando a pronosticar que en poco tiempo la Feria del Libro de Panamá será la principal cita literaria de la región centroamericana, y ocupará un puesto relevante entre las 10 más importantes del continente.
La feria cuenta con obras de decenas de editoriales de 15 países, repartidas en 170 módulos. Según los organizadores del magno evento, se esperan que unas 80, 000 personas asistan a esta actividad que pone en relieve una imagen positiva del país.
Nuestro país debe aprovechar la presencia de esta feria para motivar a la juventud para que adquiera el amor a la literatura. No solo es obligación de los educadores poner la semilla y el interés de curiosidad a los jóvenes para que aprendan. La familia, motor de la sociedad humana, debe cultivar en los niños que el libro es su maestro y su amigo.
Hagamos de los libros un instrumento para superar las adversidades e incentivar al desarrollo intelectual de los ciudadanos.