FARANDULA
Historia
del Porro

Tomado de
El Tiempo
El
Festival del Porro en San Pelayo (Córdoba) es un buen
motivo para echarle un vistazo a los secretos de este ritmo tradicional
del norte de Colombia.
La madrugada del primero de julio tiene un sentido especial
en San Pelayo (Córdoba), el silencio se rompe con golpes
del porro, ritmo insignia de la región, interpretados
por las bandas invitadas al festival -que este año son
más de veinte - para convocar a cerca de 30 mil personas
entre músicos, bailarines y público de una región
que es sinónimo de bandas, gaitas y tamboras.
Alrededor del sonido animado del porro, de su baile de pies
a ras de piso, movimientos de cadera circulares, con velas en
las manos femeninas y sombrero vueltiao, en las de los hombres,
gira la cultura de los pueblos del Sinú. Pueblos como
San Pelayo, Cereté o Manguelito -un corregimiento donde
un tercio de sus 3.000 habitantes viven de la música -,
donde las bandas que tocan porros, fandangos y cumbias se nutren
de músicos que continúan la tradición familiar.
Porque el porro, como se vive en aquellos lugares no tiene que
ver con la academia, sino con la herencia y la tradición.
Por herencia, los hijos van tomando los lugares de sus padres
en las bandas. Por herencia, porros como Soy pelayero, María
Varilla o El Ratón, de Alejandro Ramírez Ayazo,
suenan desde principios de siglo en el tono y con el matiz de
cada banda de la región. Melodías como El pájaro,
El pilón, el binde, Sábado de gloria o El tortugo
han perdido el rastro de su autor original hasta convertirse
en el canto de un pueblo.
"La característica de nuestro pueblo es bailar
porro y tocar -dice Clara Polo Ayazo, directora de la Escuela
de Danza María Varilla, agrupación que nació
a la par con la primera edición del Festival -, por eso
los movimientos son innatos y en la escuela uno cuadra la coreografía.
En cuanto a las bandas, existen conjuntos de gaita que son por
lo menos prebandas, que surgen en las escuelas y en los colegios
del municipio" .
William Fortich es un historiador que se ha esmerado en investigar
el origen y desarrollo de este ritmo. Cuenta que del golpe de
la porra en el parche del bombo viene el nombre del porro. De
esos porrazos dados a la tambora en los grupos de gaiteros, tan
fuertes que podían escucharse a dos o tres kilómetros
en las mañanas y que orientaban a la gente para ir a los
fandangos, nació en el siglo XVII -junto a la cumbia y
la puya - este ritmo colombiano producto de la mezcla de influencias
musicales españolas, indias y negras.
Historias sobre la conformación de bandas, recibimientos
multitudinarios en honor de los instrumentos que llegaban a San
Pelayo traídos desde Colón (Panamá), con
los que posteriormente se armarían las parrandas, quedan
para la tradición pelayera. Según Fortich, una
anécdota de 1916 relata que en uno de esos encargos, llegó
un instrumento desconocido que nadie supo cómo hacer sonar
y que tan solo el 'Indio' Julio Paternina, con la ayuda de un
brujo, pudo descifrar. Todavía no se ha podido saber cuál
era aquel instrumento casi mítico.
De la unión del porro con las fiestas de las corralejas,
un escenario mayor donde el volumen de las gaitas se quedaba
corto, surgió el porro de banda, que llenó ese
vacío con potentes trompetas y dejó de lado el
canto. En los años 40 y 50 comenzaron los arreglos de
los porros para orquestas. Se formaron Pedro Laza y sus Pelayeros
-que eran oriundos de Cartagena, pero se declararon pelayeros
por el prestigio musical de la población -, Pacho Galán
y Lucho Bermúdez -que le dio su toque de clarinetista
- y llevó el porro a tierras paisas, y de allí
al resto del mundo. Pablo Flórez, leyenda del porro
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De la unión
del porro con las fiestas de las corralejas, un escenario mayor
donde el volumen de las gaitas se quedaba corto, surgió
el porro de banda, que llenó ese vacío con potentes
trompetas y dejó de lado el canto. En los años
40 y 50 comenzaron los arreglos de los porros para orquestas.
Se formaron Pedro Laza y sus Pelayeros -que eran oriundos de
Cartagena, pero se declararon pelayeros por el prestigio musical
de la población -, Pacho Galán y Lucho Bermúdez
-que le dio su toque de clarinetista - y llevó el porro
a tierras paisas, y de allí al resto del mundo. Pablo
Flórez, leyenda del porro
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