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  OPINION

CUARTILLAS
Conspiración

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Milciades A. Ortiz Jr
Colaborador

Nota: Lo que voy a escribir es digno de enviarse a la sección de cuentos del concurso Miró. Los datos los he ido recogiendo durante un año, entre civilistas y colegas periodistas, que no se atreven a escribir por miedo a demandas. Como cuento que es, no me hago responsable por nada, pues "cualquier parecido con personas o cosas, es mera coincidencia...". "En un planeta muy lejano existía un pequeño país que tenía algo que muchas naciones poderosas querían: su canal.

Luego de una feroz dictadura militar, ese paisito comenzó a vivir en democracia, y entonces aparecieron otros problemas. Al quedar dueño de su canal hubo una ola anti-norteamericana. Eso atrajo a chinos comunistas y otros elementos indeseables muy cerca de esta obra que hizo Estados Unidos.

Ahora el gobierno está en manos de una mujer y eso no nos ha gustado a más de uno, especialmente en el país rubio del Norte, que hizo el canal.

Lo peor de todo es que el nuevo gobierno no pudo inventar una fórmula mágica que diera pan y tranquilidad al pueblo. Muchos de los cercanos a la mandataria se dedicaron a beneficiarse.

Así, mientras el pueblo sufría hambre, unos poquitos sufrían indigestión y se llenaban los bolsillos.

Entonces un sector de políticos y empresarios rubios se asustó y comenzó a conspirar para cambiar ese mal gobierno. Buscaron aliados entre empresarios del país, disgustados porque no tenían buenos negocios, y temerosos que los comunistas se apropiaran del paisito.

Hubo reuniones y reuniones, porque había que hacer todo legal. Pero no querían en la silla presidencial al primer vice, sino al segundo, quien era muy bien visto en el Norte.

"Si no es el segundo, no daremos nuestras inversiones", indicaron varios de los poderosos extranjeros conspiradores.

Se pensó ligar al primero con un turbio asunto de unas maquinitas de monedas, y presionarlo a que "voluntariamente" dejara el privilegio de ocupar la silla, luego del retiro de la mandataria.

Para que se fuera la jefa, se buscaría una buena excusa: desde una enfermedad por alergia, hasta incapacidad administrativa. Se le garantizaría viaje expedito a Miami, para estudiar un master en decoración de interiores y algún negocio sustancioso.

Pero algunos de los empresarios locales tenían miedo porque realmente no estaban acostumbrados a tumbar gobiernos. Así que era necesario el envío de expertos en la materia, y la garantía que nadie saldría mal, ya que el asunto contaba con el apoyo de la potencia más grande del mundo".

(Hasta aquí mi cuento, amigo lector. Los datos que he recogido no me aclaran cuál sería la excusa válida para conseguir que la jefa abandone el sillón, ni cómo reaccionaría el pueblo. Aunque sobre esto, me dijeron que "encuestas secretas" indican que si prometen que vendrán muchos millones de ayuda, nadie moverá un dedo por respaldar al gobierno). (¿No creen Ustedes que este cuento se merece el primer premio del concurso Miró?).

 

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