El ser juega vivo afecta a los demás. El querer vivir como rico con ingreso de pobre lo afecta a uno mismo, y a la familia.
En un país donde hay tanta gente que vive de las apariencias, resulta difícil para algunas personas socializar. Sobre todo porque somos una sociedad con tendencias consumistas, inculcadas a través de muchos años de presencia estadounidense en nuestro suelo.
Los panameños tenemos nuestra propia identidad, compuesta por costumbres de muchas otras etnias y pueblos. Entre las cosas que nos dejaron los estadounidenses, están celebrar el Halloween y el día de acción de gracias (como si eso tuviera que ver con nosotros), y el consumismo desmedido.
Sume eso a las siempre presentes ganas de "apantallar", y tienes una mezcla peligrosa para el bolsillo. Bajo esta visión, uno no puede tener un televisor en casa, tiene que ser un Plasma, y de 42 pulgadas por lo menos. No puedes tener un carrito que te lleve de un lugar a otro; por fuerza tiene que ser un 4X4, con rines de lujo y un dvd player. Y desde luego, la ropa tiene que ser siempre de marca, porque si no, te vas a sentir menos que quienes te rodean.
Si tienes el dinero para pagarlo, perfecto. El problema es que el 70% de la población no está en condiciones de tener todos esos indicadores de status, y aun así, hacen lo que sea para obtenerlos, aunque eso les signifique a futuro episodios bochornosos con los bancos.
Si queremos tener mucho, hay que trabajarlo y lograr un ingreso que pueda soportar todos los cariñitos caros que nos queramos comprar.
Pero un estilo de vida de clase media alta o de ricos no puede sostenerse mucho tiempo ganando un salario de obrero. Hay que dar un paso primero, afianzarse y luego dar el otro.