Duele perder.. duele ser humillado.. duele que seamos en estos momentos el hazmerreír de muchas personas.
Y es que duele el que Panamá, mi tierra que tanto quiero y respeto, haya quedado eliminada en la primera ronda de las eliminatorias hacia Sudáfrica 2010.
Hoy no puedo callar este sentimiento de dolor, porque considero que el domingo no fue humillado el fútbol, sino las seis letras de mi querido país.
Sé que Panamá tenía las herramientas para pasarle por encima a El Salvador. Por eso es que duele esta derrota.
Busco una explicación sensata al porqué Alexandre Guimaraes regaló el mediocampo con la salida de Rolando Escobar.
Busco una explicación al porqué Guimaraes dejó jugar en el segundo tiempo a El Salvador y no le tapó las salidas desde el mediocampo.
Busco una explicación al porqué en los últimos minutos Guimaraes atrasó sus líneas para defenderse.
Esa no debió ser la solución. Estaba claro que Panamá era mejor hombre por hombre que El Salvador. Estaba claro que teníamos una defensa sólida que no necesitaba modificaciones. Así quedó comprobado en el primer tiempo e inicios del segundo.
Había que salir a atacar.. atacar y atacar. El rival estaba herido. El equipo que teníamos al frente estaba agonizando.. había sólo que rematarlo, darle ese golpe de gracia que nos iba a llevar a Sudáfrica 2010.
Pero eso jamás sucedió. Guimaraes tuvo la mala decisión de defenderse. Eso nos costó.. nos costó muchísimo, porque el rival se levantó de las cenizas para humillarnos y acabar con el sueño de asistir a nuestro primer Mundial.
De seguro que Guimaraes no siente el dolor de esta derrota tanto como la sentimos la mayoría de los panameños. Claro, eso es obvio, porque Guimaraes no es panameño.
Ahora sólo nos queda reflexionar, corregir los errores y seguir adelante.
Pero antes de reflexionar, le pido a Dios que más de cuatro dirigentes renuncien, por el bien no del fútbol, sino de mi querido Panamá.