Dos goles de David Villa levantaron a España de su decepcionante estreno en el Mundial 2010 y mandaron prácticamente para casa a Honduras (2-0), en un partido que deja a la Roja dependiendo de sí misma ante Chile para estar en octavos de final, después de recuperar la moral con un partido firme, en el que perdonó numerosas ocasiones.
El resultado está por encima del estilo, pero el estilo es la base para el éxito. Y España lo tiene bien definido. Admite retoques, como los que introdujo Vicente Del Bosque a quien no le tembló el pulso en un momento en el que a su temple habitual, debía sumar firmeza para defender sus ideas. La presencia de Jesús Navas fue su mensaje.
España recuperó sensaciones perdidas en un estadio repleto de historia. Ellis Park, donde Nelson Mandela cambió la historia del pueblo sudafricano tras el apartheid. Un escenario mítico que desde ahora pasa a los anales de la Roja por ser el lugar donde levantó su vuelo en el Mundial 2010, donde tiene depositadas grandes esperanzas.
Las dudas del mal estreno se disiparon con carácter. El triunfo era obligado. Los goles necesarios para jugarse la vida con Chile en el último partido de la fase de grupos. Del Bosque sentó a Iniesta, justo físicamente, y a Silva. Dio entrada a Navas para abrir el campo y a Fernando Torres como referencia ofensiva. Le falta chispa al Niño. Fue Villa quien asumió el liderazgo.
Villa se había citado con el gol. El travesaño impidió que fuese a los seis minutos, cuando soltó un derechazo desde 30 metros. El factor suerte, necesario en las grandes competiciones de momento, ha dado la espalda a España. Al palo de Xabi Alonso ante Suiza se sumaba otro.