Haya o no una anotación durante los 90 minutos de partido y los extras, cada jugador tiene una reacción, sin importar la posición que juegue, y es que un gol perdido es eso, un gol que dejó de sumar puntos al final de la tabla.
Sin embargo, esas reacciones de estos hombres llaman la atención porque cuando ven alejada la oportunidad de penetrar la portería, dejan de ser esos hombres rudos, aguerridos que corren tras el balón sin mostrar cansancio, para convertirse en unos "niños", porque algunos hasta simulan llantos, se arrodillan como cuestionando a Dios, y otros sencillamente se mofan de sus minutos de "alelasón"...
No interesa cómo, lo importante para cada equipo es sumar goles, bien sea por una falta que lleve a cobrar un penal, por un tiro de esquina a centro, incluso por un ataque cerca de la portería, para no desencadenar la frustración a través de reacciones, quizás involuntarias.