Imposible dejar pasar el Día del Padre sin dedicarle unas líneas a aquellos padres de antes. Yo soy el resultado de ello. Un padre que, pese a contar con una educación mínima, les brindó a sus hijos amor, un techo, alimentación, recreación y educación. Aunado a ello, recibimos valores como la responsabilidad, la puntualidad, el respeto, la honestidad y la perseverancia, que con la formación académica recibida, nos abría las puertas para alcanzar el éxito en nuestra vida personal y profesional.
Siempre existirán padres que olvidan su responsabilidad, pero este no es el momento para recordarles sus faltas, quizás estas líneas les hagan meditar sobre el tesoro que tuvieron en sus manos y que por diversas circunstancias perdieron. Hoy quiero referirme a los padres de antes. Los que sólo su presencia en la familia era sinónimo de respeto.
Y así como eran los padres, también los tíos y todos los representantes del sexo masculino. Para dirigirse a ellos era con respeto, el usted no podía faltar. Realmente eran una autoridad. A los papás, teníamos que sustentar muy bien nuestra solicitud, pues cuando la respuesta era "NO", era definitiva, y sin mayores explicaciones. No, porque no.
Hace unos días leía la opinión de un sicólogo, que por cierto están de celebración esta semana, cuando señalaba que los padres de hoy están criando vagos. Esta es una realidad. Una situación que surge, como decía el especialista, porque la expresión actual es: "Yo no quiero que mis hijos Viva, Crítica en Línean lo que yo viví". ¡Qué gran error!
Antes, los hijos tenían que ganarse la mesada de la semana, haciendo cartuchos o cargando bolsas en el mercado público, y las mujeres a realizar los quehaceres del hogar, desde limpiar, cocinar, hacer el súper, lavar y planchar. Hoy día, así como dejas la casa, la encuentras, y cuidado peor. Cuando agotados de un día de trabajo, llegan al hogar, los padres se encuentran a los hijos esperándolos para que les hagan la comida, con los MP3, televisores, equipos electrónicos y celulares tirados por doquier.
Muchos de los padres de hoy somos el resultado de los hijos de antes; de las décadas del 50, 60 y aun del 70, y, ¿fue mala la educación que recibimos en casa?, claro que no. Hoy somos los que aportamos a mi Panamá, el país de las oportunidades, entonces, hagamos que nuestros hijos sean el relevo generacional que la nación necesita.