Uno de los principios básicos de toda espiritualidad del ser humano es la virtud de la solidaridad, la cooperación, la sensibilidad y la caridad.
Decía Constancio Vigil, docente uruguayo, en su obra el erial, que "los problemas del hombre se resuelven en el niño", y es por ello que quienes quieren cooperar y solidarizarse con los que poco tienen o no tienen nada, enfocan sus misiones y sus loables esfuerzos a la niñez panameña para ofrecer y dar las oportunidades y los medios que muchos infantes no tienen o que sus padres por sus paupérrimas situaciones económicas, tristemente, no pueden ofrecerles para que sus vidas tomen otros rumbos, otras direcciones y un mejor porvenir. Pero en nuestro país existen panameñas de corazones grandes como las que conforman la Asociación Pro Niñez Panameña, dedicadas a servir a los niños, a mejorarles sus condiciones de vida, a ofrecerles oportunidades para que logren estudiar y darse un futuro promisorio, mujeres conscientes de que el mayor recurso de un pueblo es el recurso humano y que para explotarlo a cabalidad, debe iniciarse desde la niñez, época hermosa donde el menor grabara en lo más preciado de su alma y su mente los momentos felices, y así formarse un corazón noble y ciudadano que esté dispuesto a servir, que valore las cosas, las aprecie y aprecie a su vez el noble valor de la cooperación y la ayuda desinteresada que por amor le brindan. Es por ello que hoy he querido dedicar este espacio a esa asociación y aprovechar la oportunidad para exhortar a que los panameños se sumen y apoyen estas causas, ya que el porvenir del país y la convivencia pacífica dependen de todos y cada uno de nosotros.