EDITORIAL
El valor
de ser padre de familia
La iniciativa
de preclaro periodista, secundada por dos activos legisladores
de la cincuentena panameña, culminó en la consagración
del Día del Padre, el tercer domingo de junio, dando inicio
a la conmemoración que enraizada sólidamente en
el vivir nativo, rinde en tal momento calendario, tributos, reconocimiento
y respeto a los progenitores.
La efemérides, surgida en el mayor y acendrado sentido
de familia buscó robustecer lazos filiales entre los vástagos
y quienes tuvieron el valor de engendrarlos y conducirlos por
los derroteros de la vida, dándoles ejemplos certeros,
en la construcción del carácter.
Al efecto resulta oportuno recordar los sensitivos conceptos
que vertiera el inmenso poeta Pablo Neruda, en las crónicas
de sus recuerdos vividos, donde perfila la memoria de su padre,
obrero ferroviario de las redes chilenas, quien nunca faltó
a sus labores y partía cada amanecer, en medio de las
oscuridades de la noche en precario, rodeado de nieblas y frío
al cumplimiento de sus deberes paternales del pan llevar, ejemplarizando
así la mejor medida de la responsabilidad de padre.
Resulta conveniente perfilar el esfuerzo cotidiano de los
padres que a sudor y cansancio cumplen las tareas del trabajo
y ganan el sustento diario para repartirlo con cariño
y amor a la prole, en el camino ascendente de perfilar personalidades
laboriosas, positivas, con aspiraciones, que en el decurso del
futuro serán cifras nobles, valiosas, del quehacer social.
En Panamá, donde las realidades económicas y
sociales ofrecen abismales desequilibrios y disparidades, miles
de padres de familia impulsados por sus deberes buscan con ardor,
con acucioso tesón, ganar el sustento de sus dependientes
y no logran alcanzar los reconocimientos al mérito de
sus afanes, siendo injuriados, disminuidos, en múltiples
ocasiones con los epítetos comunes de los juicios superficiales
donde domina la maledicencia.
De igual manera, padres sin claridad de conciencia, arrastrados
por los desvíos degradadores, impulsados por los epicúreos
goces sensoriales, olvidan sus deberes, y niegan apoyos, respaldados
y sustentos a los hijos; sin embargo, siendo padres que repitieron
el mandamiento ancestral de la vida, también merecen hoy
amable trato.
La efemérides invita a la reflexión serena,
al análisis desprovisto de prejuicios y preconceptos,
para escudriñar el modelo de familia panameña de
hoy, cuando las costumbres de tradición y antaño,
sucumben con permisiones y tolerancias discutibles, cuyas consecuencias
alejan la fortaleza de los lazos genéticos, y facilitan
acomodos de individualismo rampante con ausencia de los valores
que dieron esplendor al Día del Padre, sumido en los desvíos
al mercantilismo agresivo que ahora lo rodea.
PUNTO CRITICO |
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