Miles de hinchas argentinos salieron ayer a las calles a festejar la victoria por 4-1 ante Corea del Sur en medio de una fiebre mundialista que paralizó la jornada laboral y escolar, donde la mayoría de las empresas permitieron a sus empleados seguir el encuentro en sus oficinas o incorporarse más tarde, mientras que todas las escuelas del país instalaron televisores para seguir el partido.
Los hombres de Diego Maradona pidieron cita en este estadio que acogerá la final del Mundial y lo hicieron a lo grande, con un partido pleno de dominio y de eficacia goleadora.