Los moradores de Arraiján cabecera están viviendo en los últimos días, las mismas penurias que lo victimizaron hace tres décadas, cuando se vieron obligados a realizar protestas exigiendo energía eléctrica, agua potable, calles transitables y otros servicios elementales.
Paradójicamente, Arraiján está representado por cuatro diputados en la Asamblea Legislativa, lo que hace inexplicable la suerte por la cual atraviesa el distrito.
En efecto, en los últimos días, Arraiján cabecera sufrió prolongados apagones que causaron pérdidas en residencias y comercios por el deterioro de electrodomésticos, y también de alimentos refrigerados que no resistieron la falta de energía.
Como si ello fuera poco y a pesar que el IDAAN informó oficialmente que se estarían reparando que no durarían más de cinco horas, durante todo el fin de semana escaseó el vital líquido en las casas con el consecuente perjuicio para el conglomerado y aseo personal que dependen de este servicio.
A lo anterior, se suma el hecho de que el servicio de recolección de basura sigue siendo deficiente, proyectándose como una latente amenaza para la salud pública; el deterioro progresivo de las calles que perjudica a peatones y vehículos comerciales y particulares; la drogadicción se mantiene impune afectando a menores de ambos sexos; los robos están a la orden del día, así como los saqueos residenciales y los escándalos en sitios de diversión y casas particulares a altas horas de la noche sin el menor respeto y consideración a los vecinos.
Todo este panorama sombrío afecta a la población cabecera de Arraiján, hace urgente la intervención de las autoridades nacionales municipales a fin de que adopten medidas que corrijan estas anomalías y retorne la tranquilidad en una comunidad que está llamada al progreso dada su cercanía a la capital; su crecimiento demográfico sostenido y su inmenso potencial que jamás ha sido explotado con el positivismo que se requiere.