Levantarse temprano, cuando el sol apenas se dispone a salir, preparar la merienda y repasar para un ejercicio son, de hecho, la rutina común de cualquier madre. Pero, qué pasa cuando es un papá, uno muy joven, de sólo 26, el que alista a su niña de seis para los trotes escolares cada mañana?...
En la tácita lista de deberes del libro de la vida, los de la progenitora son "casi inalienables". Se le adjudica el deber de atender hasta el más mínimo detalle de los hijos.
Sin embargo, en el caso de Rosendo Batista, ese molde fue roto hace dos años, cuando se separó de su esposa y por razones económicas, Lizita, su pequeña, que para entonces tenía cuatro años, se quedó con él, su mamá y sus hermanas.
"A veces me toca dejar de hacer sobretiempos para estudiar con la niña", expresó "Chendín", como lo conocen, mientras sudaba copiosamente y admitía estar nervioso por la entrevista.
Y es que este técnico en refrigeración y aires acondicionados, prefiere el "tras bastidores" de educar a Lizita que figurar en un periódico, aunque finalmente accedió a hacerlo.
AUN NO SE ACOSTUMBRA...
"Inquieta, estudiosa y cariñosa" como describe Chendín, a la niña que hoy empieza a dejar plasmado en su rostro cada rasgo de su padre, como marca de fábrica, "aún no se acostumbra a que su mamá y yo nos hayamos separado y a veces llora".
Pero en medio del desconcierto de la ruptura de sus padres, Lizita le devuelve sentido a la vida de su papá a cada minuto, como él lo reconoce.
"En estos días me dijo: 'papi un niño le agarró el examen a otro compañerito que había ido al baño y se copió'. Me cuenta todo lo que le pasa en la escuela o en el colegial", contó sonreído Chendín y para entonces el recuerdo de esos momentos hacía desvanecer la tensión de la entrevista. Poco a poco su ritmo disminuyó y el sudor se mezcló con el orgullo de describir a su hija, haciéndose imperceptible.
Su responsabilidad de padre, que supo asumir con premura desde los 20, cuando su señora sólo contaba con 17, "hace que dedique el 100% de mi vida a la niña".
"Antes, cuando estaba la mamá yo lo cogía más fácil, pero ahora yo pasé a segundo plano, primero es Lizita", explica y sus ojos irradian de momento el candor de la dulzura y satisfacción de ser padre.
"PREFIERO A MI HIJA"
El tiempo sigue su marcha, pero en materia sentimental Chendín no tiene apuros. "Aún no me siento preparado para otra relación. Yo prefiero a mi hija".
Y Lizita está feliz con la decisión de su papá porque "cuando alguna muchacha me llama ella se pone brava, así que yo prefiero evitarme problemas", confiesa.
Pese a las diferencias que surgieron entre la mamá de la niña y él, Chendín trata de mantener la confianza de su hija y sobre todo una buena relación con su ex esposa, "por el bien de Lizita".
La madre de Chendín y sus hermanos son la columna vertebral de la educación de Lizita, que apenas comienza.
"Mi mamá la ayuda a vestirse en las mañanas y a hacer tareas cuando yo no puedo", pero trato de dedicarle todo mi tiempo, aunque a veces los domingos cuando hay actividades en la escuela "no puedo ir y me duele mucho", expresa con tono de tristeza, pero concluye de inmediato: "ella es mi vida"... |