"Soy gay y qué. Hago con mi vida lo que me parezca". Este es el discurso de aquellos ciudadanos de otros países que no les importa ni lo que digan ni lo que piensan las otras personas de ellos. Simplemente andan -en sentido figurado- como aves libres en el aire.
Se imaginan si los hombres y mujeres encerradas en closet en Panamá se atrevieran a gritar a los cuatro vientos: ¡Soy gay..soy gay...!, quizás se escucharía un eco de 300 mil panameños, pues este es el cálculo que han hecho asociaciones de esta inclinación sexual.
A pesar que las Sagradas Escrituras da claros ejemplos de que el homosexualismo es un pecado, millones de seres humanos en el mundo no les ha importado y prefieren desviarse a pasiones vergonzosas.
Las lesbianas y los gays son ciudadanos y tienen los mismos derechos que los demás. Está claro que estamos hablando de la persona y no de una pareja, pues en movimiento mundial aplaude el matrimonio de hombres y mujeres del mismo sexo, unión que es bien criticada por diversos grupos de la sociedad que ha tomado como bueno el ejemplo más evidente que solo hay dos sexos y no tres. En el libro de Génesis se señala claramente que Dios creó al hombre y después a la mujer. Nótese que no se dice que Dios creó a un hombre y luego a otro hombre.
Otro ejemplo científico son los órganos sexuales de ambos. La vagina, es el conducto musculoso que conecta la matriz de las hembras de los mamíferos con el exterior; en cambio, el pene, es el órgano sexual masculino que permite al macho efectuar la cópula.
Si usted está viviendo una mentira, debe sacar a flote su verdadero yo. Ya le advertimos una cosa y la otra, pero si insiste, esa es su decisión y se le respeta.
