Evangelio Dominical. Mateo 9, 9-13
El evangelio de Mateo nos muestra a Jesús que pone por obra el mensaje del profeta Oseas, con la recomendación de amarle antes que ofrecerle holocaustos. Jesús nos da un ejemplo claro de lo que esto significa al llamar al discipulado a Mateo, un recaudador de impuestos, y además al sentarse a la mesa con varias personas de mala fama.
Esta actitud sacude la conciencia de las personas que observan y se preguntan cómo es posible tal actitud de acercarse a los que se consideran pecadores y Jesús responde que los sanos no necesitan médico, sino los enfermos.
Un ejemplo inaceptable para nuestra cultura actual que discrimina y evita a personas de diferente condición social, sexual o de raza y que a pesar de creerse cristianos van haciendo exactamente lo que no se debe hacer, cuando lo más importante es la compasión, y el acercarse a aquellos que no están en buen camino para que se conviertan, en vez, de estar sólo criticando sin más.
Sin duda, compasión no es alcahuetería pero tampoco es indiferencia; es por ello que Jesús nos enseña que el mayor amor que se le puede tener a Dios se demuestra en la caridad hacia los hermanos que más lo necesitan, acercándose a comer con ellos, o sea compartir, no para avalar su pecado sino para que sintiéndose amados se puedan convertir.