El sonido de varios teclados se mezclaban con los pasos de los periodistas que hacían su ir y venir entre los diferentes departamentos del diario, cuando a media tarde sonó el teléfono de la oficina del subdirector. No era una llamada cualquiera: era un preso pidiendo auxilio.
P: ¡La Policía nos lanza bombas lacrimógenas en nuestras celdas!
C: ¿De dónde llama?
P: De la Cárcel Pública de David.
La voz se escuchaba angustiada y en atropello decía que los policías "usan fuerza excesiva" en la celda donde están recluidos extranjeros que purgan condenas por narcotráfico o robo.
"Ellos no tienen derecho a lanzarnos bombas lacrimógenas sin provocación. Eso lo dice la Ley", decía el hombre.
Según el denunciante, en tres meses, los policías han dado tres "ataques" con dichas armas.
En el penal hay cinco celdas, de acuerdo al querellante. La de los extranjeros está ocupada por 42 procesados que comparten un espacio de 6 X 6 metros que alojan un sanitario y una ducha.
"Aquí la pasamos encerrados las 24 horas del día, los siete días de la semana, con candado en la puerta. Los demás (reos) provocan a los policías, y nosotros cargamos con lo que ellos (los otros reos) hacen", explicó la fuente.
"Nosotros no rompemos candados y salimos a pelear con los de otras celdas, y a nosotros es que nos tiran gases. Cuando gritamos por los gases, nos tiran más", se quejó el afectado.
C: ¿Cómo contactó a "Crítica?".
P: Con un celular. Es ilegal, pero es una emergencia.
Aparentemente, en la Cárcel Pública de David se dan otras anomalías, según los reos, ya que les roban comida, ropa, zapatillas y demás enseres que aparecen en manos de presos de otras celdas, quienes se los vuelven a vender a sus propios dueños.
Se han quejado ante la Defensoría del Pueblo y el director del penal prometió que no se darían más abusos, "pero eso no ha sido cierto. Han vuelto a abusar de nosotros".
Mientras el sujeto hablaba, al fondo se escuchaba la voz de compañeros: "y nos tiran la comida al piso", susurraban terceros.
"Crítica" intentó contactar a la Dirección del Penal, pero fue infructuoso; se les llamó a varios números proporcionados por la Policía de Bugaba y hasta se les mandó un fax, sin embargo, al cierre de esta denuncia, no había respuesta.
ANTECEDENTES
De acuerdo a los denunciantes, dentro del penal hay una máquina que despacha comida enlatada de la cual ellos tienen permiso para consumir, otorgado por sus custodios. Sin embargo, pese a que ellos mismos (los policías) se las compraron, después se las decomisaron argumentando que estaba prohibido.
Los presos son discriminados, sostiene la fuente, ya que a ellos (los extranjeros) les quitan hasta sus abanicos y se los regalan a los de otras celdas, donde hay panameños.
"Nosotros no estamos para provocar problemas. Cumplimos nuestras condenas porque queremos regresar a nuestros países, pero ya estamos cansados..".
"Por favor, sólo queremos que no se abuse de nosotros porque somos presos", clamó la voz a 500 km de distancia de la sede de "Crítica".
LEYES
Panamá tiene leyes que protegen los derechos humanos, y en ese renglón se amparan reos que aseguran que son vejados por las autoridades en cárceles.
Hacen un llamado a la Defensoría del Pueblo para que dé seguimiento a casos ya investigados.