CRIMENES FAMOSOS
Terror en California
Max Haines
Un asesino en serie las solas
palabras envían escalofríos a lo largo de nuestra espina dorsal.
Monstruos sueltos, muy a menudo impulsados por el sexo, hacen presa de los
miembros más vulnerables de nuestra sociedad. La historia de terror
de hoy trata de ese tipo de asesino.
Una racha de sangrientos asesinatos tuvo su comienzo en 1986 en la zona
de Sacramento, California. Stephanie Brown, de 19 años, había
pasado una tranquila noche de verano con amigos. Saltó dentro de
su auto y se dirigió a su hogar en San Joaquin Country. A la mañana
siguiente, el cuerpo de Stephanie fue encontrado en una zanja al lado de
su auto estacionado. Había sido atacada sexualmente antes de ser
estrangulada con sus propias ropas. Porciones de su ropa interior se encontraron
al lado del cuerpo. Extrañamente, habían sido cortadas en
trozos pequeños.
Lora Heedick era una prostituta de 21 años, quien entró
al auto de un cliente en Modesta. Prostitutas compañeras la vieron
subir al vehículo y se alarmaron cuando no retornó a su habitación
del motel. El 6 de septiembre, su cuerpo sexualmente devastado fue encontrado
en un campo cerca de la autopista 99. Ella también había sido
estrangulada con su propia ropa. Una vez más el asesino había
dejado su extraña firma, la ropa interior de su víctima cortada.
La tercera víctima del asesino en serie era una respetable ama
de casa, madre de tres niños. Fue la desgracia de Charmaine Sabrah,
de 26 años, estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Su auto se descompuso en la carretera cerca de Sacramento. Testigos la vieron
subir a un vehículo que se había detenido, ostensiblemente
para ofrecer ayuda. El cuerpo de Charmaine fue encontrado el 9 de noviembre
de 1986, justo al norte de la ciudad de Ione.
La matanza continuó. El cuerpo de una mujer, quien nunca ha sido
identificada, fue descubierto alrededor de 20 kilómetros al sur de
Reno, Nevada. Llevaba la marca característica del asesino en serie.
Su ropa interior estaba cortada en trozos pequeños y colocada al
lado del cuerpo. Un mes más tarde el cadáver de otra muchacha
fue encontrado en las mismas condiciones cerca de la frontera del estado
de Nevada. Se la conoció en el grupo de trabajo que buscaba al asesino
como Jane Doe número dos.
Karen Louise Finch, de 25 años, desapareció el 14 de junio
de 1987. Una semana más tarde su cuerpo fue encontrado en una zanja.
Esta vez el asesino había estrangulado a su víctima con un
fuerte cordón. Expertos forenses teorizaron que había usado
un palo para ajustar la cuerda, como uno aplicaría un torniquete.
Las autoridades tenían ahora seis asesinatos atribuidos al mismo
hombre, pero tenían sólo unas pocas pistas. Los detectives
pensaban que estaban investigando a un asesino motivado sexualmente quien
había recorrido cinco condados buscando víctimas. Las mujeres
que caían en su red eran mujeres que tenían problemas con
el auto o prostitutas que voluntariamente subían a su automóvil.
Dándose cuenta que su auto había sido visto por testigos,
el asesino cambiaba de vehículo frecuentemente. Aquellos que lo habían
observado partir con sus víctimas lo describían como un hombre
de edad mediana y cabellos grises.
El sábado 19 de septiembre de 1987, se encontró el cuerpo
de la séptima víctima del asesino. Obviamente había
sido tirada desde un auto después de haber sido atacada sexualmente
y estrangulada. Las impresiones digitales y los gráficos dentales
de la muchacha fueron enviados al Departamento de Justicia. Fue identificada
como Darcie Renee Frackenpohl, de 17 años. Darcie tenía un
prontuario policial de arrestos por prostitución y posesión
de drogas. La policía logró localizar el motel de Sacramento
donde Darcie había ejercido su comercio. En noches de mucho movimiento
realizaba sus particulares servicios en los vehículos de sus clientes.
A pesar de que el grupo de trabajo formado para aprehender al asesino
en serie trabajaba noche y día siguiendo indicios, no había
un sospechoso seguro. Su tarea era formidable. Cuando la policía
usó la computadora del estado para obtener los nombres de infractores
por sexo, los proveyeron con más de 500 individuos involucrados en
ataques sexuales.
Correspondió al encuentro casual de un oficial de policía
de Sacramento el poder apresar al extraño asesino. Mientras estaba
patrullando la zona alrededor del Haggin Golf Course de la ciudad, el oficial
oyó gritar a una mujer. Condujo hacia el origen del grito a tiempo
para ver a una mujer caer de un Honda Civic, sobre el camino. Cuando el
oficial apareció en la escena, un hombre de edad mediana saltó
al Honda y huyó. El oficial se aseguró que la mujer, aunque
histérica, estaba básicamente sin daños. Le dijo que
permaneciera allí mientras él corría a su patrullero
y partía tras el Honda. No pasó mucho antes que forzara al
vehículo en fuga a parar junto al cordón de la vereda.
Roger Kibbe le dijo al oficial que todo el asunto era un malentendido.
Él había salido para tener un poco de diversión y sexo,
nada más. Volviendo a la angustiada mujer, el oficial oyó
una historia totalmente diferente. Admitió que era una prostituta
y que estaba en su ubicación usual cuando Kibbe detuvo el Honda.
Le ofreció 50 dólares por sexo lo cual era más que
aceptable. Ella usualmente cobraba 20. Una vez que estuvo en el Honda, Kibbe
condujo hacia un camino desierto cerca de la cancha de golf. Repentinamente
agarró el brazo de la muchacha y se lo retorció detrás
de la espalda. Luego empujó su cara contra el tablero y vociferó,
"No te esfuerces más. Te lastimarás".
La aterrorizada muchacha supo instintivamente que su vida estaba en peligro.
Luchó con todas sus fuerzas y logró desprenderse de las garras
de su atacante. En su desesperación, abrió la puerta del Honda
y cayó gritando mientras el oficial llegaba a la escena.
Un chequeo de Roger Kibbe fue revelador. Había pasado cinco años
en las prisiones de Chino y San Quintín. Mientras estaba encarcelado,
había aprendido ebanistería. Al ganar su libertad bajo palabra
en 1976 obtuvo trabajo en esa industria. Estaba casado y con un empleo estable.
Los detectives que examinaron el Honda de Roger encontraron un equipo
para asesinar que contenía cuerda de paracaídas y un palo
de unos treinta centímetros. Un control con las autoridades de vehículos
a motor revelaron que Roger había poseído y vendido varios
vehículos durante el lapso de tiempo en que los asesinatos habían
sido cometidos.
Roger tenía un cobertizo de mantenimiento al lado de su casa.
Una búsqueda en el cobertizo descubrió una cuerda de fibra
similar a la encontrada en su vehículo, así como fibra que
concordaba con la dejada en la escena del crimen de Darcie Frackenpohl.
Cada vehículo que Roger había poseído durante los tres
años anteriores fue localizado y examinado. Fibras tomadas de la
alfombra del piso de uno de los vehículos eran iguales a las sacadas
de las medias de la víctima Lora Heedick.
A pesar de la evidencia acumulada contra él, Roger mantenía
su inocencia. Tres años después del último crimen en
serie, Roger Kibbe fue sometido a juicio por el asesinato de Darcie Frackenpohl.
Aunque había evidencia conectándolo con todos los otros siete
asesinatos, se pensó que la evidencia concerniente al crimen de Frackenpohl
era la más fuerte. La policía estaba intrigada por la trascendencia
que la ropa interior cortada tenía para Roger. Lo que fuera que el
extraño fetichismo significara, era sólo para la mente pervertida
del asesino. Roger rechazó hablar del asunto.
El jurado de California pasó cuatro días deliberando antes
de presentar un veredicto de culpabilidad por asesinato en primer grado.
El 10 de mayo de 1991, Roger Kibbe, de 52 años, fue sentenciado a
cadena perpetua. No reunirá los requisitos para la libertad bajo
palabra hasta el año 2009, para entonces tendrá 70 años.
Si Roger saliera bajo palabra en ese momento, el estado de California tiene
toda la intención de juzgarlo por cualquiera de los otros seis asesinatos
atribuidos a él.
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