Señores Crítica
Respetados Periodistas
E. S. D.
Creo que para ustedes es tedioso leer tantas quejas de nosotros sus lectores, pero aunque no la publiquen, esta opinión la compartimos muchos en nuestro país.
A un mayor de edad que se acueste con una chica lo meten preso por seducción, violación y estupro y a ella que dio el pie y consentimiento para el hecho no le hacen nada. Seamos realistas, soy educadora en colegios secundarios. Soy joven con menos de 10 años de haber salido de 6to año y para serle sincera siempre ha habido relaciones entre profesores y sus alumnas. Yo tuve compañeras que andaban con los profesores. Esto no es nuevo que tengan sexo con hombres mayores tampoco. Solo que ahora han salido a la luz porque hay más lugares para que estas situaciones se den, y más ojos que los miran. Considero que esto no es un delito, siempre y cuando la chica lo consienta o no sea forzada, porque lo único que muere es la virginidad que es algo abstracto, lo que sí es un delito, es que atropelles, mates y te des a la fuga como hace unos días hizo una joven en calle 50. Eso es un homicidio no culposo, es un homicidio. Allí muere un ser humano, que respira, que siente, que agoniza, por culpa de un desalmado (a) que te abandona en la vía, pero como puede pagar fianza sale a la calle al día siguiente.
No defiendo al reguesero Principal, pero a él -por ser negro y no ser de apellido rimbombante- lo tienen preso por acostarse con una chiquilla que mintió su edad y que tuvo sexo con él por su propia voluntad, pero porque no meten presos a los diputados, altos funcionarios y sus familiares que pagan por sexo con menores. Porque no dejan presa a esa chica homicida de calle 50 o la hija de la jueza que atropello a la madre y su hijito hace un par de años. Ellas felices sin arrepentimiento en las calles teniendo su vida de yeyas como si nada, porque el dinero compra todo. Debemos abrir los ojos pedir leyes más enérgicas a lo que sí se lo merece los homicidios por atropellos y no perder tiempo viendo que viejo verde se acuesta con una chiquilla caliente.
Shearith Esther Ortega Sánchez
Lectora