Los jóvenes panameños son como plantas raras que están en peligro de extinción. Los adultos estamos haciendo muy poco para protegerlos de las malas influencias y, por el contrario, los estamos dejando escandalosamente libres para que se expongan a los más variados y peligroso influjos.
Por ejemplo la música: los temas y ritmos musicales que más están escuchando nuestros muchachos se refieren a la violencia, el sexo libre e irresponsable, el irrespeto a la autoridad, y al desvalor del poco estudio y el dinero fácil.
En la televisión encuentran, por ejemplo, continuas escenas que le hablan del consumismo, de que es mejor "tener" cosas y dinero, que "ser" una persona educada y con sanas ambiciones.
En esta misma pantalla de televisión encuentran continuos mensajes que le enseñan que si eres "feo" no triunfas, y que la belleza es un valor exterior más importante que los afectos y los sentimientos.
Les estamos quitando los parques, los gimnasios, las bibliotecas, las salas de teatro, las piscinas públicas y los juegos sanos, para sumergirlos en frías salas con computadoras, con acceso sin limitaciones a la pornografía y a información no controlada; tienen más entrada en las discotecas (sin importar la edad) y a los bares y esquinas donde se consume todo tipo de sustancias.
Poco hacemos los adultos para proveerle un mejor ambiente a los chicos. Estamos más preocupados por nuestra vida y nuestros intereses de adultos, y no por el futuro de los muchachos, quienes nos imitarán mañana y poco acercarán más el momento de la hecatombe. |