 |
Marcos Manjarrez junto al fiscal Carlos Augusto Herrera, durante la reconstrucción.  |
Marcos Manjarrez casi se enfrentó cara a cara con los familiares de monseñor Jorge Altafulla. El homicida participaba en la reconstrucción del crimen y los hermanos del prelado depositaban las cenizas de éste en una cripta de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe.
Fue un momento tenso. Los feligreses cuestionaban la falta de tacto de las autoridades, lo que motivó un reforzamiento de la seguridad y el desalojo de los presentes del área donde se desarrollaba la diligencia.
El asesino dijo que antes de la comisión del crimen oró por la paz en el Medio Oriente y para que no hubiera más muerte en el mundo. Además regaló tres estampitas de la Virgen de Guadalupe, presuntamente bendecidas por el Papa, a un seguridad, al sacristán de la parroquia y a una señora.
Mientras, en la indagatoria, Manjarrez alegó que después de las puñaladas que le propinó a monseñor, éste le dijo: "negro infeliz te vas a morir en el infierno". Tal como advirtió el arzobispo José Dimas Cedeño, Manjarrez está tirando "lodo" contra su víctima y la Iglesia.
En su indagatoria alegó que había denunciado en varias ocasiones las situaciones irregulares que se daban en el Seminario Mayor San José, pero nadie le hizo caso. Las investigaciones revelan que Manjarrez resentía una presunta discriminación racial y prueba de ello, fue una monografía que preparó y está a la venta. |