Un inmigrante murió ayer en Ciudad del Cabo como resultado de la ola de violencia racista que azota Sudáfrica desde el pasado 11 de mayo y que se ha extendido a varias provincias del país.
Los disturbios, que comenzaron en los barrios más pobres de Johannesburgo, empezaron a propagarse el pasado martes, cuando una taberna regentada por nigerianos fue atacada y saqueada por residentes sudafricanos en la ciudad oriental de Durban.
Un extranjero fue asesinado anoche y otras seis personas resultaron heridas cerca del barrio de Milnerton, en la zona norte de Ciudad del Cabo. Como consecuencia de los enfrentamientos, quinientas personas acudieron a la comisaría para refugiarse.