Conforme se profundizan las investigaciones en torno a la organización criminal de Pablo Rayo Montaño, se revela la penetración que el narcotráfico tenía en diversas actividades de la vida panameña.
Los carteles de la droga combinan sus actividades ilegales con otras legales para de esa forma legitimar sus capitales. El negocio mortal de la droga mueve millones de dólares y de esa misma forma tiene facilidades para corromper a funcionarios y a empresarios.
Un hombre que movía 15 toneladas de cocaína al mes sin duda que contaba con recursos ilimitados, pero la colaboración internacional permitió desbaratar algunas de las células que mantenía en Panamá. Es casi seguro que los detenidos hasta ahora son apenas algunos de los integrantes de la organización de Rayo Montaño. Sin duda que cuando éste sea extraditado a Estados Unidos, surgirán nuevas investigaciones contra figuras que hoy no han sido alcanzadas por el largo brazo de la justicia.
Frente a las facilidades del narcotráfico, los comerciantes hoy más que nunca deben aplicar la premisa de conocer al cliente, para prevenir futuros problemas. No se puede mirar hacia otro lado para hacerse el desentendido ante la sospecha de alguna actividad ilícita.
Panamá por su posición de país limítrofe de Colombia y por contar con un centro financiero internacional, una Zona Libre y amplias costas, será siempre atractivo para que los carteles busquen nuevas fórmulas para blanquear las ganancias de su macabro negocio.