Celebramos hoy la solemnidad de la Santísima Trinidad. Este es uno de los misterios más difíciles de comprender. No podemos asimilar que tres personas distintas sean al tiempo unidad. Una pista para acercarnos al misterio es el amor de Dios. Es a partir del amor que podemos ser todos uno solo, como lo son los seres que realmente se aman.
Dios quiere que todos alcancemos la salvación
El Dios misericordioso y compasivo, que se manifestó a Moisés, es el mismo que nos presenta el evangelista Juan. No podemos seguir dividiendo a Dios, viéndolo como un ser duro y vengativo en el Antiguo Testamento y uno que es pura bondad en el Nuevo. Él es siempre el mismo, amoroso y compasivo, y porque no puede negarse a sí mismo, entrega a su Hijo para que el mundo alcance la salvación. En el nombre de Jesús el mundo alcanza la salvación.
Si creemos en el nombre de Jesús, es decir, si nos identificamos con Él y con su proyecto, alcanzaremos la salvación. Pero podemos preguntarnos: ¿de qué es que Cristo nos salva? Él nos salva de nuestro pecado; es decir, de la incoherencia, del egoísmo, del odio, de nuestros juicios superficiales y de los pseudovalores; por eso Él no se constituye en juez sino en redentor. Nos conduce a la auténtica vivencia humana, tal como Él la vivió. De esta manera nadie perecerá, nadie estará por fuera de los planes de Dios. El llamado a la conversión y salvación es para todos los pueblos de la tierra, para sus instituciones, es una salvación que se produce en comunidad.