Sólo vean el problema que está pasando la Iglesia Católica -y el propio Papa- están viviendo ahora mismo para darnos cuenta de que encubrir las malas acciones de nuestros amigos o compañeros. Al final, todas esas "malhechuras" terminan mordiéndonos el trasero, aunque no las hayamos cometidos nosotros directamente.
Durante años, miembros de la cúpula de la Iglesia habían protegido a muchos sacerdotes que habían cometido actos lascivos contra menores de edad. Pero ante la magnitud del problema en la actualidad, la cantidad de casos que han resurgido al mismo tiempo y las quejas por parte de los propios fieles, ahora el Papa Benedicto XVI ha tenido que comenzar repetir "mea culpa" una y otra y otra vez.
Se trata de una vieja lección que siempre es reaprendida por la fuerza, sin importar que se trate de un pelao de 16 años de edad, o de una institutción religiosa de 2 mil años de antiguedad. Si encubres a las ovejas negras, al final también quedas pintado tú de negro.
Muchas madres que saben o sospechan que sus hijos andan robando o en sicariato, los encubren ante las autoridades. No tratan de detener sus malos pasos, porque no quieren creer que sus pequeños se atrevan a esto, o porque quedan encantandas con lo que les compra el hijo y al final les queda gustando la vaina.
Al final, no solo la vida de sus hijos puede quedar arruinada con una larga condena o un asesinato, sino que también al padre le puede esperar una fría y húmeda celda, o recibir la bala de un enemigo de su vástago.
Tenga mucho cuidado cuando algún "amigo", le pida que le guarde un arma, o largas sumas de dinero, o drogas, porque nadie sabe quién puede enterarse de lo que se quiere encubrir.
Actualmente se viven momentos muy violentos y delicados en las calles, como para permitir que nuestros familiares e hijos se involucren en porquerías que sólo traen muerte y cárcel. No permitamos que los nuestros se embarren de la inmundicia del delito, porque el costo lo paga toda la familia.