Miércoles 8 de mayo de 2002

 

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  OPINION

EDITORIAL
Crisis petrolera

A pesar que el gobierno el ministro de Comercio e Industrias, Joaquín Jácome, ha garantizado combustible para más de 15 días, además de haber autorizado su libre importación de gasolina y diesel, la huelga de los trabajadores de la Refinería Panamá, no deja de ser preocupante, porque se trata de una empresa estratégica.

El paro iniciado como un mecanismo de presión de los trabajadores para aumentar el monto de una indemnización de 27.5 millones de balboas, se convirtió en la noche de ayer en una amenaza para la economía del país, pues su carácter pasó de 'militante' a 'indefinido'.

Las reclamaciones de los obreros de la Refinería Panamá, S.A., se enfocan en dos aspectos fundamentales. El primero de ellos, según denunció el propio secretario general, Francisco González, es que de los 25.7 millones previstos para indemnizar a los afectados, un gran porcentaje se los llevan los ejecutivos y administrativos de la empresa que proyecta convertirse en noviembre en un centro de acopio, que operaría con 50 de los casi 300 obreros que hoy figuran en la planilla.

La atmósfera en la provincia de Colón ha ocasionado que una considerable cantidad de dueños de vehículos a motor adopte las medidas necesarias para no quedarse sin combustible, a pesar que el MICI, ha garantizado que esto no ocurrirá.

¿Hasta dónde llegará esta crisis?. Esta respuesta la conocen, quienes creen que -a través del diálogo y no por imposiciones de criterios- es que se logra imponer ideas.

El consumidor, una vez más es el más afectado en esta lucha de la que nunca fue invitado y que sólo espera que su bolsillo le señale que los vientos soplan a su favor, con mejores precios y mayor estabilidad del mercado.

El detonante de la crisis lo es sin duda la intención de los directivos de la Refinería Panamá, de cerrar las operaciones de la planta y reconvertir la compañía en un centro de importación de combustibles, sumado a esto la oposición de sus obreros de perder sus empleos.

Sin embargo, hay que reconocer que la indemnización contemplada es mayor a la que señalan las leyes laborales de Panamá. En situaciones como éstas, los dirigentes deben ser realistas y no adoptar posiciones extremas, que en un momento dado puedan afectar a su propia colectividad. Tanto el gobierno, la empresa y los trabajadores deben dibujar en el tablero la línea recta que trace el nuevo rumbo de la empresa y de la economía del país que rueda con combustible.

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