El pueblo respiraba un aire distinto; un inusual movimiento se sentía desde muy temprano en sus calles internas y la vía Interamericana. El barullo le llamó la atención al veterano vecino del sector, Manuel Ramea, a quien le habían dicho la noche anterior que el presidente Martín Torrijos Espino, iba a estar en la escuela Harmodio Arias de Chame.
"Él tenía que venir", sentenció el hombre. No muy lejos de donde se encontraba, comenzaban a llegar los ministros, alcaldes, representantes, invitados, periodistas y curiosos.
Al cruzar la Interamericana, Alicia Calderón de Reina, una veterana chamera, observaba el movimiento con algo más que asombro. "Antes no se veían estas cosas, ahora todo es diferente". Su expresión parecía sacada de un pensamiento hacia sus adentros.
Logró ratificar su idea: "yo creo que Martín -el Presidente- ha cambiado en algo las cosas, pero todavía debe hacerse más". Pero tal abstracción se cortó a golpe de martillo.
Y es que para Gilberto Solano, uno de esos constructores empíricos que abundan al pasar el Puente de Las Américas, programas como la Red de Oportunidades se conocen como "eso de darle 35 dólares a los pobres". Dice que no es político, ni le gusta la política, pero cuando de gobernar se trata, se atreve hasta a dar consejos.
"Mire, aquí lo que queremos es trabajo, empleo. Torrijos tiene que trabajar en eso, porque es lo que necesitamos", dijo.