EDITORIAL
El Tiburón y la Sardina
La jornada del 1º. de mayo que conmemora la tragedia de los mártires de Chicago, parece no llenar aun las expectativas sobre la proyección de la lucha que impulsaron dirigentes obreros y que tuvo como puntal dirigencia a la alemana Clara Zetkin. Este año la conmemoración del día del trabajo se centra en la demanda de los trabajadores de exigir el aumento del salario mínimo a quinientos balboas, lo que ha encontrado oposición en círculos empresariales y en algunos teóricos clase media que ven en la medida un aumento al desempleo. Así fue en 1956 cuando los obreros de aquella época demandaron la implantación del salario mínimo, lo que encontró la negativa de los empresarios que arguian que tal medida iba a dar al traste la generación de empleos en Panamá. La historia a demostrado que tales temores eran infundados y no tenía razón de ser. Resulta curioso que mientras el Presidente de la Asamblea aprueba un aumento, con carácter retroactivo, de quinientos balboas a los legisladores suplentes, por el lado del gobierno se dice que no hay dinero para tal erogación. Así mismo, el alcance Juan Carlos Navarro ha propuesto un aumento a sus colegas a todo el país. Pero no hay tampoco dinero para los obreros. En los últimos años han recibido aumento los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, los Ministros y los Legisladores, abultando la burocracia excesiva que ya existe en nuestro país. Pero dejando al margen a los obreros que ven postergarse los anhelos de una vida mejor. Nosotros abogamos por un equilibrio en la propuesta de los trabajadores ya que no se puede radicalizar aquello de quinientos balboas o nada. Los de la pequeña y mediana empresa tendrán que ajustarse a sus compromisos laborales tomando en cuenta que no es lícito el aumento inmoderado mientras los obreros siguen postergado. Nos parece una burla proponer el alza de cuatro centésimos de balboa cuando la canasta básica familiar está a libre oferta y demanda y cada día suben de precio los medicamentos y los alimentos. Por eso hay que sentarse a dialogar y que en la mesa de negociaciones los grandes empresarios no apliquen aquello del tiburón y la sardina.
PUNTO CRITICO |
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