Allanada cárcel colombiana donde fueron asesinados 26 presos

Bogotá
AP
Efectivos del ejército, la policía y la guardia penitenciaria, respaldados por helicópteros militares, allanaron ayer la cárcel Modelo de Bogotá, escenario de un sangriento y prolongado enfrentamiento entre presos que dejó un saldo de 26 muertos. La operación, en la que participaron unos 2.000 hombres, descubrió un arsenal integrado por un fusil, 20 pistolas, una bomba de nitrogel y otros explosivos artesanales, granadas de fragmentación y munición, informaron fuentes del Ministerio de Justicia. Es la mayor operación jamás ejecutada por las autoridades colombianas para recuperar el control de una cárcel. La Modelo, que alberga a unos 5.000 presos pese a que su capacidad es de 1.900, cayó bajo el dominio de jefes guerrilleros, paramilitares y delincuentes comunes, capaces de ejercer un poder virtualmente ilimitado en sus respectivos patios. El coronel Leonardo Gallego, director de la Policía Judicial que participó en la operación, informó que se realiza un registro minucioso de sus instalaciones en busca de armas, explosivos y equipos de comunicaciones que utilizaron los cabecillas de los grupos que tomaron el control de la penitenciaría. El motín registrado el jueves y el viernes se originó en el asesinato de un dirigente de los paramilitares presos por parte de delincuentes comunes acusados de homicidios, secuestros y extorsiones. Los paramilitares respondieron atacando con explosivos y armas automáticas y cortas, y dieron muerte a 25 delincuentes, en tanto que 16 resultaron heridos. Otros 42 se rindieron y fueron entregados a la Defensoría del Pueblo. Los guerrilleros presos, alrededor de 400, no participaron en la batalla, pues mantienen un pacto de no agresión con sus enemigos paramilitares. Es el episodio más trágico de la historia carcelaria de Colombia, pese a que son frecuentes en sus prisiones los homicidios y fugas debido al hacinamiento de las cárceles, construidas con capacidad para 26.000 reos y que al presente albergan a 43.000.
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Es el episodio más trágico de la historia carcelaria de Colombia, pese a que son frecuentes en sus prisiones los homicidios y fugas debido al hacinamiento de las cárceles, construidas con capacidad para 26.000 reos y que al presente albergan a 43.000.
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