FAMILIA
Una manera de derrotar las drogas ilegales

Redacción
Crítica en Línea
Fue durante la guerra de Vietnam que comprendí por primera vez el peligro de las drogas ilegales. Era un momento en que el consumo de drogas entre las tropas norteamericanas crecía de modo alarmante. La marihuana y la heroína estaban ampliamente disponibles en el sudeste de Asia, y el consumo de tales drogas en condiciones de combate demostraba ser mortal o inutilizante para muchos soldados. De regreso en Estados Unidos, la adicción a las drogas ilegales y el alcohol infestaban cada vez más a los militares y el resto de la sociedad. En la década de los 70, el consumo de drogas en los servicios armados se estimaba entre 30 y 50 por ciento. Sin embargo, para el momento en que nuestras fuerzas armadas salían victoriosas de la guerra del Golfo Pérsico, menos del 1 por ciento del personal militar daba positivo en los exámenes de drogas. Habíamos eliminado el problema. Lo hicimos mediante la educación, los exámenes de drogas, el tratamiento, el liderazgo y la ejecución razonable de la ley. Esa es la razón por la que me siento optimista en cuanto a las probabilidades de reducir el consumo de drogas ilegales en la sociedad en general. Al contrario del hambre mundial, el racismo y otras crisis sociales imposibles de tratar, el consumo de drogas puede invertirse en un tiempo relativamente corto mediante esfuerzos y determinación colectivos. De hecho, ha disminuido en Estados Unidos más de la mitad desde que llegó a un máximo en 1979. Si no se las contiene, las drogas ilegales podrían costarle a este país en la próxima década medio millón de muertes y un billón de dólares. Las organizaciones criminales que trafican con drogas amenazan el gobierno democrático, el imperio del derecho, la estabilidad económica y los derechos humanos en muchas naciones. La creciente madurez de la comunidad internacional en lo que toca a comprender el alcance de este problema ayuda a despejar el mito de que el mercado estadounidense es el único motor que impulsa el comercio mundial de la droga. De hecho, Estados Unidos compone una fracción pequeña de los consumidores del mundo. Aun con los precios relativamente altos que los norteamericanos están dispuestos a pagar por las drogas ilegales, a nuestros ciudadanos les corresponde sólo del 10 al 15 por ciento de los más de 400.000 millones de dólares que se gastan en drogas en todo el mundo cada año. Desde mi perspectiva, la lucha contra las drogas ilegales no es una "guerra". Las metáforas bélicas fuera de lugar llevan a la gente a esperar una victoria concluyente. Una manera de derrotar las drogas ilegales (Esta columna del director de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de Estados Unidos Barry R. McCaffrey apareció por primera vez en The Washington Post del 17 de abril y es del dominio público. No hay restricciones a su reimpresión).
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