La situación del abastecimiento de agua en la ciudad capital y las zonas periféricas consiste en una vergonzosa e irónica mezcla de ineficiencia e ineptitud por parte del IDAAN, complementada con la falta de conciencia de muchos usuarios, quienes a pesar de las lecciones que nos ha dado la privatización de la energía eléctrica, aún se resisten a evitar el malgasto de los recursos.
Mientras los habitantes de las áreas Este y Oeste de Panamá se enfrentan todos los días a los racionamientos del vital líquido, el centro de la ciudad capital está plagado de tuberías rotas, hidrantes abiertos como si fuesen géisers, y encima de eso, un sector de la población aún emplea el agua con la misma despreocupación con que usaba el teléfono antes de que el INTEL pasara a manos de Cable & Wireless.
Aquí hay una doble responsabilidad: de los usuarios que no tienen conciencia de que el agua no es ilimitada, y del IDAAN, que no está realizando eficientemente su trabajo de controlar y eliminar los escapes. El agua se bota en unas partes, mientras que en otras la gente vive como los beduinos del desierto.
Peor aún, el gobierno sigue aprobando nuevos proyectos de vivienda para familias de clase media y media baja en los sectores Este y Oeste; con todo el conocimiento de que no tiene la forma de garatizar a todas estas casas nuevas el suministro de agua ni a corto, ni mediano plazo.
Esto es un llamado de atención para el gobierno y para todo el país, ya que si no recapacitamos, la solución con que nos podríamos encontrar en última instancia, es una privatización del servicio de agua. ¿Estaremos dispuestos a pagar el doble y el triple por el agua potable?