La polémica entre Cuba y los gobiernos de Argentina y Costa Rica se agudizó ayer jueves, después que éstos reaccionaron a las ácidas críticas que desde La Habana les formuló el presidente Fidel Castro por haber votado a favor de la condena a la isla ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra (Suiza).
La batería de insultos de Castro, detonada por la resolución de la ONU de invitar a la isla a respetar los Derechos Humanos, aprobada la semana pasada por 22 votos a favor, 20 en contra, 10 abstenciones, tuvo como blancos, especialmente, Argentina y Costa Rica.
"Nuestro país es un país soberano y resuelve soberanamente las decisiones que le toca impulsar en el campo internacional. En este caso las decisiones fueron tomadas por este presidente, elegido por el pueblo argentino en ejercicio de su libertad. Es cuanto puedo decir al respecto", declaró el mandatario argentino Fernando de la Rúa, desde la Casa de Gobierno la noche del jueves.
En un mensaje en la televisión cubana Castro ironizó sobre De la Rúa al aseverar: "No puedo decir nada del presidente (argentino) porque ya no hay presidente, porque ya no preside este señor. A aquel país no lo salva el lacayismo, no los salvan los 40.000 millones (de dólares de un megapréstamo del FMI).Dijeron hasta el final que no habían decidido (el voto).Qué táctica de ratones! De cucarachas!".
Argentina ya había votado a favor de esta condena de la ONU el año pasado, provocando otros enconados impases entre Buenos Aires y La Habana.
A pesar de que este año fueron cuatro de los 11 países latinoamericanos que integraban la comisión de la ONU, los que votaron en contra, Uruguay y Guatemala resultaron ilesos ante la artillería verbal de Castro, mientras agradeció la votación en contra de Venezuela (que votó junto a Cuba) y la abstención de Brasil, Colombia, Ecuador, México y Perú.
Al examinar el voto de Costa Rica, Castro dijo que allí "hay muchos ciudadanos dignos" pero que también hay "un número determinado de costarricenses que son más yankis que los yankis".
Rodríguez no tardó en atacar con vehemencia a Castro y lo calificó como un "dictador que por tantos años ha tenido a la isla como una verdadera prisión y ha provocado que tantísimos cientos de miles de cubanos se hayan exilado y no vivan en su país", manifestó a la prensa local.
En su batería de insultos hacia Costa Rica, Castro llamó "hipócrita del diablo" al gobierno de este país, tras conocer que éste decidió el mismo miércoles retirar a su cónsul en La Habana y pedir la salida del cónsul cubano de San José.
Que "le paguen el pasaje a nuestro cónsul. ¿Por qué tenemos que hacer ese gasto a causa de la sinvergüencería de ellos?", agregó Castro.
Ante esto, Rodríguez aseveró: "Si el comandante Castro quiere que su cónsul se quede aquí en Costa Rica y no le quiere mandar el tiquete (billete de avión)...muy bien; que el cónsul pida asilo, aquí vivirá en libertad, o que el señor cónsul pida residencia, y le tramitaremos la residencia para que pueda trabajar en un país libre".
Este es el segundo país centroamericano con el que se enfrenta duramente Castro en menos de un año, luego de que en noviembre del año pasado, en el marco de la X cumbre Iberoamericana celebrada en Panamá, Castro protagonizara una discusión televisada con su homólogo salvadoreño Francisco Flores, porque El Salvador presentó una propuesta para condenar el terrorismo del grupo separatista Vasco ETA en España.
Mientras en América Latina las relaciones diplomáticas entres estos tres países pasaban por su peor momento, el enemigo histórico de Cuba, Estados Unidos, admitía que Castro "hizo buenas cosas" por su pueblo aunque ahora era anacrónico.
"H por su pueblo", declaró el secretario de Estado estadounidense Colin Powell ante una comisión del Congreso en respuesta al representante demócrata del Estado de Nueva York José Serrano, contrario al embargo contra Cuba, quien se felicitó por el sistema de educación y de salud que existe en Cuba.
Sin embargo "durante la mayor parte de sus 42 años (en el poder, Castro) (...) fomentó la revolución, fomentó rebeliones, intentó imponer un sistema que no era un sistema de libertad", agregó el secretario de Estado.
Powell dijo que esperaba "que llegue el día en que cambie", pero, agregó, "no sé si ello ocurrirá mientras Fidel Castro esté sentado ahí totalmente impenitente, un anacronismo, una estrella que se apaga, que vive en 1959 y no en 2001". |