Mientras que las encuestas revelan la terquedad de más del 90 por ciento de los legisladores en reelegirse, me llegan muestras del mal uso de que siguen siendo víctimas los fondos públicos en el Palacio Justo Arosemena, con la compra de un equipo computarizado para la votación electrónica el cual, si hubiese funcionado alguna vez completo, permitiría a la sociedad panameña darse cuenta por lo menos, de cómo votan los parlamentarios en los pocos proyectos de ley que allí se producen.
Más de cien mil balboas gastados del presupuesto nacional en un sofisticado sistema electrónico, cuya principal función, la de facilitar la votación mediante el uso de un sistema digital para dejar constancia escrita de los resultados y los anales de la votación, no han rendido los resultados esperados, porque los legisladores desconocen o presumo, se oponen al uso de la innovadora tecnología por razones muy entendibles.
El anonimato a la hora de expresar su voz con relación a los proyectos de ley, el manejo sinuoso frente a temas que deben ser de conocimiento de la comunidad , continúan siendo práctica cotidiana de los representantes de uno de los estamentos más importantes para la democracia panameña.
Voceros de la asamblea aceptan que la empresa encargada de la instalación del sistema cumplió, pero los legisladores, a juicio nuestro, no quieren utilizarlo, ya que así el pueblo sabrá de sus actuaciones, y en la misma medida tomará su decisión en el próximo torneo electoral. |