OPINION

UN MENSAJE AL CORAZON
María, mujer de esperanza

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Por Rómulo Emiliani
Obispo

La virgen María, desde las primeras páginas del Evangelio, vive de la fe y la esperanza. Conociendo el corazón de esta persona maravillosa, María, se puede entender lo que es la esperanza. Cuando el ángel Gabriel le manifestó a María que de su vientre virginal iba a nacer el Salvador, sin concurso de varón, ella no entendía cómo podría ser eso; pero creyó fielmente y aceptó la voluntad de Dios.

Cuando el niño Jesús nació, llegaron los pastorcitos y Reyes Magos a adorarlo. María sabía que su hijo era, simplemente, un niño pobre, envuelto en pañales, acostado en un pesebre y quien no tenía ninguna pinta de rey ni de Mesías. Según las evidencias humanas, era un niño normal y María no podía ver nada diferente en ese momento. Aún así, María creyó que era el Mesías.

En la etapa de su vida pública, Cristo hacía curaciones y milagros, pero también se cansaba, se fatigaba y se entristecía mucho cuando lo atacaban con calumnias e infamias. No todo el mundo andaba detrás de Jesús, sino que algunos lo llamaban loco y hasta Belcebú (príncipe de las tinieblas) y tramaban su muerte. Desde el punto de vista humano, María veía el mismo hombre de siempre; su hijo pobre con todo el aspecto de un campesino. Pero ella creyó que Cristo, en verdad, era el Mesías, aunque no lo viera así.

Cuando Jesús murió, su cuerpo lo envolvieron y lo embalsamaron para ponerlo en un sepulcro. ¡Imagínese lo que pensó y sintió María en su corazón en esos momentos! María experimentó el inmenso dolor de tener en sus brazos a su hijo muerto. Ella estaba viendo esa evidencia física, pero ¿acaso era eso lo que ella estaba pensando en esos momentos? No, mi hermano. María creyó plenamente en el poder de Dios Padre, que hizo que el Verbo se hiciera carne en su vientre virginal; creyó en el poder de un Dios que creó todo de la nada; creyó que su hijo muerto iba a resucitar al tercer día, según las promesas Bíblicas y según El mismo dijo. Esa creencia es fruto de la virtud de la esperanza que proviene del poder de Dios y no se basa en puras situaciones humanas. La esperanza de María estaba fundamentada en la fe y ella la puso en movimiento al máximo. ¡María creyó firmemente que su hijo muerto resucitaría!

He aquí la raíz de la fe y la esperanza del cristiano, o sea, la esencia de la virtud de la esperanza. Creer firmemente con una certeza total y absoluta, como María. Cuando Cristo Jesús resucitó a Lázaro, cuando levantó de la camilla al paralítico, cuando multiplicó los panes, cuando expulsó demonios, lo hizo movido por una certeza y una seguridad total en el poder de Dios. A esa fe y esperanza es que me refiero.Comparemos situaciones del momento actual; el matrimonio que se derrumba; el hijo alcohólico o drogadicto que no hay manera de arrancarle el vicio; el muchacho con problemas de homosexualidad; la muchacha enredada con un hombre casado; aquel enfermo que ya no tiene cura posible; o usted mismo con su crisis depresiva que solamente con medicamentos puede resistir. Estos son extremos de los que se dice que ya no tienen remedio y no hay nada que hacer.

La prueba clara de que una persona está dentro de la dimensión cristiana es que tiene la clase de fe que se traduce en una esperanza total y una certeza absoluta en el poder de Dios. Esa creencia hace que, en verdad, se puedan mover montañas. Esa es la fe que hace milagros y que cualquier situación, aun la más difícil, se torne en algo nuevo y maravilloso.

 

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