Las armas químicas, algunas vivas, que E.U. sembró y abandonó en la Isla de San José, no están en la zona del Canal ni tampoco son cobijadas por el Tratado, pero sí continúan violando la Convención Internacional sobre armas químicas. "Esas armas fueron un componente de las tácticas estadounidenses para la defensa del Canal. E.U. tuvo un programa activo de armas químicas en Panamá de, por lo menos, 45 años, entre 1928 y 1968, que estuvo enfocado, durante los primeros 20 años, a la defensa del Canal y los restantes 25 años en probar municiones químicas bajo condiciones exclusivamente tropicales", según Lindsay-Poland.
Poco antes de finalizar la segunda guerra, el 4 de enero de 1944, bajo el gobierno del entonces presidente De la Guardia, Panamá le dio permiso a E.U. para realizar "pruebas de guerra química" en la Isla de San José. "Se realizaron más de 130 pruebas (químicas) utilizando gas mostaza, fosgeno, cloruro de cianógeno, cianuro de hidrógeno y butano, además de lanzallamas, utilizando Napalm como combustible. Por lo menos un participante en el proyecto aseguró que se utilizó también agente neurotóxico", según Lindsay-Poland.
Investigadores en Panamá, como Guillermo Castro, del Instituto de Estudios Latinoamericanos, “Lo que E.U. dejó en Panamá fueron problemas ambientales propios de una potencia militar desarrollada en el territorio de un país subdesarrollado y dependiente. Eso significa problemas de una complejidad científico-técnica y de unos costos de manejo que están por fuera del alcance de Panamá", dijo Castro. |