La repentina muerte de 60 personas en México y Estados Unidos, debido a un virus mutante de influenza, ha causado el pánico en Norteamérica, generando temores ante una posible pandemia que se expanda por todo el mundo. El causante de la crisis sanitaria es el virus de la gripe porcina H1N1, cuya transmisión ocurrió al traspasarse de los cerdos a los seres humanos. La enfermedad se describe con fuerte dolor muscular, cuadros febriles agudos con temperatura de 38 grados, dolor de cabeza, tos, flujo nasal y ojos enrojecidos.
Tan repentina ha sido la aparición de la influenza porcina, que ni las autoridades en México D.F. se dieron abasto para entregar mascarillas a los asustados ciudadanos de la capital azteca. Ahora, se reporta un brote de gripe porcina en Nueva York, en el barrio de Queens. Unos estudiantes de un colegio del oeste de la Gran Manzana aparecieron afectados por este virus, obligando a los oficiales sanitarios estadounidense declarar la alerta epidemiológica. También hay informes de casos en California, Texas y Florida.
La situación parece desbordarse hacia Centroamérica y el Caribe, lo que obliga a los funcionarios de las naciones de estas regiones a tomar medidas para evitar la propagación de la influenza porcina.
Es importante recordar que el virus H1N1 y sus variables también provocaron a principios del Siglo XXI la muerte de miles de personas en Asia, Europa y África. Aquella vez, las aves migratorias llevaron el virus hacia otras latitudes.
Panamá, como puente de tránsito para personas en el continente americano, debe estar preparada para enfrentar semejante crisis. Ya se han adoptado algunas acciones, pero hay que reforzar los mensajes a la población, porque es mejorar prevenir que lamentar. En 1992, el virus del cólera afectó a las comunidades pobres en Panamá, y en 2000, el hantavirus sorprendió a muchos en la Península de Azuero.