OPINION

CUARTILLAS
Hacer

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Por Milcíades Ortiz Jr.
Catedrático

Con horror me miré la mano derecha. Estaba temblando sin control. Pensé que me había comenzado el mal de Parkinson o el Baile del Sambito. Había dejado de cortar un duro bambú para sacar palitos y hacer el cuerpo de unas cometas.

Utilicé un machete sin filo y eso me causó mayor esfuerzo. Añada a esto que lo hice con el calor intenso del medio día de verano, que no podía disminuir el frondoso árbol de mango “sin hilacha”.

Me quedé callado temiendo lo peor. Pero luego de unos minutos, la mano dejó de temblar y... ¡me volvió el alma al cuerpo! Todo se debió al esfuerzo de cortar el duro bambú.

Pero me quedé con miedo a que se repitiera la tembladera. Pasaron más de dos semanas sin que me atreviera a tocar el bambú.

Luego un día me armé de valor, busqué un cuchillo afilado y pude rebajar el bambú y hacer varitas suficientes para dos cometas.

“Ya me estoy poniendo viejo”, me dije algo triste. Recordé cuando podía rajar el bambú y hacer decenas de varitas sin mayores problemas.

Como estoy resignado a vivir según mi edad, quité de mi mente esos pensamientos y me dispuse a terminar las cometas.

Tuve dificultad en encontrar el papel “chino” de colores para los “papalotes”. Luego de varias visitas hallé de tres colores, algo caro.

Cuando pedí papel “para cometas” la dependiente me miró y me llevó hacia donde vendían cometas asiáticas ya terminadas. No quedó muy convencida cuando le dije que las quería hacer yo mismo.

Hacer cometas para mí es rendirle tributo a mi padre. Fue el quien me enseñó desde buscar el bambú seco, hasta fabricar estrellas, “rugidores”, y otros adornos para los cometas.

Por eso yo hago cometas cada vez que puedo, porque así mantengo vivo en mi alma el recuerdo de mi padre fallecido hace veinte años.

Pero eso no lo entienden algunas personas, que me miran raro cuando se enteran de mi “hobbie” (entretenimiento).

Y “todas mis cometas vuelan”, digo con orgullo de improvisado artesano, que se complace al saber que en Azuero se hizo un concurrido concurso de volar cometas; también los chinos-panameños, aunque lamento que el Ministerio de la Familia y etc. no realizó este año su concurso.

Ahora que la vida es más moderna y la familia está “in”, no todos los padres interactúan con sus hijos fabricando cometas.

Es más, creo que se le mete en la mente a los chiquillos que es mejor comprar cometas que hacerlas, siguiendo un “facilismo” educativo que resta momentos de unidad padre-hijos.

Sin embargo, la tradición de las cometas no muere...

Otra actividad que pueden realizar los padres junto a sus hijos pequeños es contarles cuentos.

Cuando no había la TV ni Videos y DVD, los padres (y madres) se esforzaban en narrarles cuentos a sus hijos.

Recuerdo cómo mi hermano Orlando y yo le pedíamos a mi padre que nos relatara aventuras “de cuando era chiquito”.

Imagino que algunos de esos relatos de la infancia de mi padre eran matizados por la imaginación. Para nosotros era una manera de conocer la niñez del padre y la manera de ser de su época, cosa que no se consigue con un cuento o película extranjera.

 

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