Hoy empieza en la capilla Sixtina la carrera por seleccionar al heredero del trono de San Pedro. Del voto del dos tercios de los 115 cardenales saldrá el nuevo Sumo Pontífice, que asumirá el cargo vacante tras el deceso de Juan Pablo II.
La Iglesia tiene algunas tareas pendientes, algunas de ellas espinosas para una institución conservadora. La participación de las mujeres en las labores ministeriales, el celibato, los problemas de fe existentes en el mundo, el diálogo interreligioso, los anticonceptivos y los desafíos que generan la biotecnología, son algunos de ellos.
Luego de un papado extenso de 26 años como el liderado por Juan Pablo II se plantea buscar un Pontífice de transición, que no sea tan joven. Al mismo tiempo se debate se debe ser de avanzada, conservador o termino medio.
También surge la pregunta en cuanto a si los cardenales italianos permitirán que surja un Papa de otra nación o de otro continente, tomando en cuenta que casi la mitad de los partícipes en el Cónclave son del viejo continente. Karol Wojtyla fue el primer Papa no italiano en 450 años. Al mismo tiempo, no hay que olvidar que la mitad de los 1,000 millones de católicos viven en América Latina.
Cualquiera que sea el purpurado que resulte electo tendrá que imponer su propia personalidad. Tendrá una inmensa tarea en superar o al menos imitar la labor de Juan Pablo II. Al mismo tiempo la iglesia debe adecuarse a los tiempos. Wojtyla así lo entendió y por eso salió a viajar por el mundo, para llevar un mensaje directo a las masas.
Ahora que las comunicaciones han recortado las distancias, El Vaticano debe abrirse más al mundo exterior para que los fieles fortalezcan su fue y los que se han desviado vuelvan al redil abandonado.