Advertencia: Todo lo que voy a escribir aquí es cierto. Además, declaro que no tengo ganas de fregarle la paciencia a nadie.
Cada uno es libre de hacer con su cuerpo lo que quiera... aunque se convierta en un moderno Frankenstein (un personaje de novela, hecho con pedazos de muertos).
Era una hermosa dama recién casada. En su primera noche de luna de miel comenzó a arreglarse en el baño.
Lo primero que hizo fue quitarse la peluca. Desaparecieron sus largos y hermosos cabellos rizados. Le quedó una "pelusa" desagradable en la cabeza.
Al quitarse el maquillaje que le daba un bonito color rosado a su cara, aparecieron manchas y espinillas. (Falló el "pelling").
Y sus hermosas cejas eran pintadas, pues se había quitado los pocos vellos que le dio la naturaleza en ese sitio.
Sonrió y recordó lo caro que le costó ponerse porcelana en esos dientes "viruecos" con que nació.
Buscó la pequeña cicatriz en el cuello de la operación para quitarle la "papada" que la afeaba.
Sus labios llenos de "botox" aparecían sensuales, aunque no pudiera sentir mucho los besos de su esposo.
Claro que ese color amarillo de su pelo era producto de la química moderna, pues nació chola y pelinegra.
El busto era su mayor orgullo. El cirujano plástico hizo maravillas al implantarle tremendas bolas de silicona.
Revisó sus largas uñas bien pintadas para ver si alguna se había caído. Por lo visto el acrílico era buen material...
Recordó que a pesar de su juventud ya se había "estirado" dos veces la cara. Así eliminó las necias "patas de gallo" que le arrugaban la piel alrededor de sus ojos.
Se miró en el espejo su vientre "flat". Bien empleados estuvieron los miles de balboas que le cobró el cirujano plástico, por sacarle libras de grasa de la barriga.
Y lo mejor es que parte de esa grasa hizo el milagro de convertir sus flacas posaderas en redondas y atractivas partes de su cuerpo.
Pasó las manos por sus piernas y muslos. Se sonrió al no notar un solo vello. Bendijo la tecnología del láser que le quemó todos los pelos del cuerpo.
Recordó cuando algunos amiguitos para molestarla la llamaban "monita tití".
Y feliz de la vida pensó que su marido aceptaría la "nueva" mujer en que se había convertido, por querer corregir a la madre naturaleza...